La Bondad de un hombre frente a la serpiente
No es buen consejo
Por un camino que bordeaba un bosque venia un hombre bueno, misericordioso, que vio como unos niños desaprensivos torturaban una serpiente. La atarón a un palo y la obligaban a mantenerse erguida.
El Caminante reprendió a los jóvenes, que huyeron con la cabeza gacha, y desato a la serpiente. Luego la acaricio para que entrase en calor y se repusiese.
La serpiente, una vez que hubo recuperado sus fuerzas, se enrollo alrededor del cuello de su salvador.
- ¿Qué haces? – exclamo el hombre –. ¡No pretenderás ahogar a quien le debes la vida!
- ¿Y por qué no? – pregunto la serpiente –. En mi naturaleza está el pagar el bien con el mal.
El hombre protestaba, y la serpiente aducía sus razones. Puesto que no se ponían de acuerdo, buscaron un árbitro de su disputa. Por ahí caminaba la zorra, que estaba observando todo atentamente. Ella accedió a juzgar el caso.
- Esta bien – dijo –. Pero para dictar sentencia debo ver con mis propios ojos como ocurrió todo. Vamos, ata a la serpiente – ordeno al hombre.
Y, cuando la serpiente estuvo de nuevo inmovilizada, la zorra sentencio:
- Ahora las cosas están como antes. Tú – y se dirigió a la serpiente -, trata de liberarte sola. Y tú, hombre insensato, aprende a no malgastar tu tiempo desatando serpientes.
Moraleja:
Si ves que alguno se encuentra
metido en asuntos malos,
no te mezcles,
pues suele pasar que el que suelta el péndulo
lo ve caer sobre él.