El árbol: El Reflejo del Pueblo Judío
Este miercoles 31 de enero,
es Tu Bishvat, es decir el 15avo día del mes de
Shvat, que es cuando comienza el año nuevo para los árboles frutales
(Tratado Rosh HaShanáh 1:1). Hasta Tu Bishvat cayeron la mayoría de las
lluvias del año, y las reservas de agua llegaron al nivel requerido para
brindarle al árbol ese precioso elemento tan necesario. El árbol en invierno
pierde sus hojas, su verdor desaparece, su apariencia se deteriora, parece como
si estuviese a punto de marchitar. Pero en el interior, en lo profundo, sucede
justo lo contrario: en esa etapa de recogimiento la savia se limita a circular
en el tronco y algunas ramas, y si bien es cierto que eso coarta la expresión
de vida exterior, en el interior los elementos necesarios para el crecimiento y
nuevo renacimiento del árbol en la primavera son preparados y acumulados. Y es
gracias a ellos que cuando llega la primavera, de pronto el árbol comienza a
brotar, sus ramas recobran su verdor y se extienden, nuevas hojas frescas aparecen,
el árbol florece y de sus flores surgirán preciados y dulces frutos. Todo eso,
gracias al período de recogimiento invernal necesario, que en realidad, es el
que prepara el futuro fruto, que será maduro y alimenticio.
También la persona es así: “Porque el hombre es un árbol del campo”
(Devarim - Deuteronomio 20:19). Hay etapas en la vida en que la persona se
recoge, se cultiva, se concentra en sí misma. A primera vista, parece que
pierde su tiempo, "no hace nada", invierte todo su tiempo y energía
en conocerse a sí mismo, en elevarse paso a paso y colmar su espíritu con el
estudio. Y después, al término de esa etapa de estudio y sondeo, de pronto
comienza a brotar, a mirar a su entorno, y a dar frutos maduros, dulces y alimenticios para su
beneficio y el de todo el pueblo. ¡Cuánto debemos aprender de
los árboles, que saben armarse de la paciencia y la perseverancia para esperar
el período de tiempo necesario de recogimiento!
Cuando la
persona es impaciente, y pretende acortar ese período, los frutos que podrá
brindar no serán maduros, faltándoles la
preparación necesaria, y su capacidad de brindar será limitada.
También Am
Israel (el Pueblo de Israel) es comparado con el árbol: “Como los días de
un árbol, serán los días de Mi pueblo” (Ieshayahu - Isaías 65:22). En el galut
(exilio) nos recogimos, nos concentramos en la parte más espiritual, y las
expresiones de vida eran casi inexistentes.
Fuera de
nuestra tierra, diezmados y perseguidos, no podíamos dar frutos. Incluso hubo
quienes pensaron que ese pueblo se había marchitado, y que no podría volver a
cobrar nueva vida. Pero en el interior, la vida espiritual de la nación
continuó, sin revelarse. Esperamos durante 2000 largos años de invierno el
momento en que pudiésemos volver a vivir nuestra vida en forma plena. Y
finalmente, D-os nos hace despertar del letargo invernal: “Habla mi amado, y me
dice: ¡Levántate, amiga mía, hermosa mía, y vente! Porque ha pasado el
invierno, la lluvia se ha acabado y se ha ido, las flores se ven en la tierra,
el tiempo del cantar de las aves ha llegado, y la voz del ruiseñor se oye en
nuestra tierra” (Shir HaShirim – El Cantar de los cantares 2:10-12). Am
Israel vuelve a cobrar vida, se levanta de las cenizas del Holocausto, las
ancianas ramas se cubren de verdor y nacen frescas hojas, y una nación vigorosa
vuelve a palpitar en su tierra.
Y no está
lejano el día en que veremos las flores transformarse en dulces y maduros
frutos, que perfumarán y regocijarán a toda la humanidad, cuando llegue el
momento apropiado: “Yo también los traeré a ellos a Mi santo monte, y los
haré gozosos en Mi casa de oración, sus holocaustos y sus sacrificios serán
aceptados sobre Mi altar, porque Mi casa será llamada casa de oración para
todos los pueblos” (Ieshayahu - Isaías 56:7).
Rav Lic. Rubén Najmanovich