quarta-feira, julho 11, 2012

Las argumentaciones vigentes a respecto Iran – Israel y la Bomba Nuclear. Lecturas equivocadas

“Para que el mal triunfe solo es preciso que los hombres buenos no hagan nada” - Edmund Burke filosofo Irlandés

la-proxima-guerra-iran-bomba-nuclear

Un prominente académico que argumenta a favor de un Irán nuclear no podría estar más equivocado.

Al ver el titular de la edición actual (julio/agosto de 2012) de la revista Foreign Affairs – “¿Por qué Irán debería tener la bomba?” – pensé que era un error tipográfico. Seguramente quería decir “¿Por qué Irán NO debería tener la bomba?”.

Pero entonces recordé que esta publicación bimestral no es conocida por sus errores tipográficos, y tampoco por sus ironías.

Por el contrario, es quizás la publicación mundial más influyente y honesta en temas de política exterior.

El autor de este ensayo en particular, Kenneth Waltz, tampoco es ningún perezoso. Es un intelectual prominente y fundador de la escuela neorrealista en la teoría de las relaciones internacionales.

Entonces me dirigí al artículo, ansioso por ver si mi preocupación por una bomba iraní tal vez era equivocada.

Lo que leí me dejó mudo.

Aquí hay una selección de fragmentos:

La mayoría de los comentaristas y legisladores estadounidenses, europeos e israelíes advierten que un Irán armado nuclearmente sería la peor consecuencia posible del enfrentamiento actual. En realidad, este podría ser el mejor resultado posible: el único que tiene muchas posibilidades de restaurar la estabilidad en Medio Oriente”.

Otra preocupación muy pregonada es que si Irán obtiene la bomba, otros estados de la región seguirán el mismo camino, llevando a una carrera armamentista nuclear en el medio oriente… Pero si Irán se convierte en el segundo poder nuclear en medio oriente desde 1945, es muy poco probable que esto genere una avalancha… Ningún otro país de la región tendrá un incentivo para adquirir su propia capacidad nuclear, y la crisis actual finalmente se disiparía, llevando a un Medio Oriente que sería más estable que lo que es hoy en día".

"La diplomacia entre Irán y los principales poderes debería continuar… pero las sanciones actuales sobre Irán deberían cesar: dañan principalmente a los iraníes normales, sin lograr mucho".

Y luego está la línea de cierre: "En lo que respecta a armas nucleares, ahora más que nunca, más puede ser mejor".

En esencia, Waltz construye su argumento sobre dos pilares.

Primero, afirma que el problema central en Medio Oriente es el arsenal nuclear de Israel, que necesita ser balanceado por otra potencia, en este caso Irán.

Y segundo, cree que tal balance de poder estabilizaría inherentemente la situación, reduciendo así – en lugar de aumentar – el riesgo de conflicto.

Él no podría estar más equivocado sobre Irán.

Irán no se ajusta a la planilla teórica, elaborada a partir de su investigación, que él trata de imponer, y las consecuencias de esta mala interpretación podrían ser profundas.

Waltz declara que los líderes iraníes son racionales, y por lo tanto no hay necesidad de preocuparse de que una bomba nuclear llegue a sus manos. ¿Estás hablando en serio?

Primero, Waltz declara que los líderes iraníes son racionales, y por lo tanto no hay necesidad de preocuparse de que una bomba nuclear llegue a sus manos.

¿Estás hablando en serio?

Sólo porque Waltz los considere actores responsables que, según él, se comportarán moderadamente al igual que otros con la posesión de una bomba nuclear (¿incluye esto a los poderosos de Corea del Norte?), ¿ahora podemos ir todos a casa y dormir tranquilos?

¿Acaso la escatología chiita de ellos, enfocada en acelerar la llegada del Imam Oculto, no debe ser tomada en cuenta, como si no hubiera lugar para la ideología de estado en la discusión?

A propósito, ¿es posible que su visión de "el final de los días" pudiera ser acelerada por un mundo sin Israel? Después de todo, el ex-presidente iraní, Akbar Hashemi Rafsanjani, declaró que "El uso de incluso un arma nuclear dentro de Israel destruiría todo inmediatamente".

¿Acaso este tipo de razonamiento no podría impulsar a los líderes iraníes, que viven en una burbuja auto impuesta, a concluir que puede valer la pena correr el riesgo?

¿Acaso el reclutamiento de niños iraníes como “desactivadores de bombas” en campos minados en la guerra de ocho años con Irak, con llaves de plástico colgadas en el cuello para entrar al "paraíso" y con las 72 vírgenes esperándolos, es el comportamiento de un gobierno "racional"?

¿Fue el complot para hacer volar un restaurante de Washington y matar al embajador de Arabia Saudita en Estados Unidos el razonamiento de un régimen predecible?

Segundo, la confianza de Waltz en que no habrá una "avalancha" de proliferación en el Medio Oriente si Irán llega a ser una potencia nuclear es contradicha por los hechos.

Él ignora por completo el contexto regional. No hay mención de la crítica importancia de la rivalidad chiita-sunita. Inexplicablemente, no advierte el pánico en los países árabes vecinos, documentado en Wikileaks y en otros lugares, sobre el prospecto de una bomba nuclear iraní.

¿Es concebible que Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, y hasta Turquía se queden quietos al ver que su vecino Irán se convierte en una potencia nuclear sin seguir el ejemplo – con todas las consecuencias que esto conlleva?

El prospecto de semejante hegemonía le causa escalofríos a todos los de la región, excepto a los pocos amigos de Irán, como Bashar al-Assad en Siria, y a quienes ya están neutralizados por la creciente asertividad iraní.

Y, hablando de proliferación, Waltz descarta poco convincentemente la posibilidad de que Irán le pase su tecnología nuclear a grupos terroristas, e ignora por completo el prospecto de Teherán compartiendo sus secretos nucleares con estados aliados, como la Venezuela de Hugo Chávez.

Tercero, el arsenal nuclear israelí, que se cree que se desarrolló hace más de 50 años, no ha creado el desbalance estratégico que Waltz sugiere que necesita ser recalibrado.

De hecho, ese supuesto arsenal no evitó que Egipto y Siria comenzaran una guerra en 1967, ni que lanzaran un ataque sorpresa en contra de Israel en 1973.

Tampoco evitó que la OLP iniciara su campaña de terrorismo.

Tampoco disuadió a Hamás y a la Jihad Islámica de disparar miles de misiles y cohetes a Israel.

Tampoco evitó que Hezbolláh iniciara una guerra en contra de Israel desde su reducto en el Líbano.

Más aún: a diferencia de Irán, Israel nunca amenazó a otra nación con la extinción.

Entonces, poner a Israel e Irán en la misma bolsa, así como hace Waltz, es sumamente irresponsable.

Y finalmente, Waltz llama a la continuidad de la diplomacia con Irán y al cese de las sanciones. ¿Ah?

Si dejamos las sanciones, como sugiere Waltz, tendremos precisamente el resultado que él propone: un Irán arrogante, con arsenal nuclear y convencido, no sin razón, de que ha manipulado sabiamente a un mundo ingenuo. En ese punto, ¿para qué serviría la diplomacia?

Mientras el P5+1 enfrenta el creciente prospecto de un fracaso en las negociaciones con Irán, sin dudas habrá más llamadas como la de Waltz para hacer quedar bien a Teherán.

Nada sería más peligroso para la estabilidad global y regional.

Y nada probaría más nuestra incapacidad de aprender las lecciones de la historia.

Al final aprendemos de la Historia, o simplemente la ignoramos.