domingo, novembro 10, 2013


La Janukiá

 

Los elementos básicos de una Janukiá casher son ocho soportes para el aceite o las velas, y un soporte adicional, separado del resto, para la vela shamash, (acompañante).
Las luminarias de Janucá pueden ser velas, o mechas sumergidas en aceite. Ya que el milagro de Janucá ocurrió con el aceite de oliva —la pequeña vasija de aceite que duró ocho días —la Janukiá de aceite es preferible a la de vela, y el aceite de oliva es el ideal para encender las luminarias de Janucá. Las mechas de algodón son preferibles porque producen una llama más clara.
 
Siempre que compramos un artículo para hacer una mitzvá, intentamos que sea lo más hermoso dentro de nuestras posibilidades. Así pues, si es posible, consiga una Janukiá de plata. Embellecer la mitzvá es nuestra manera de demostrar nuestro aprecio a D-os y cómo llevamos a cabo sus mandamentos.
 
Las ocho velas de la Janukiá deben estar en línea recta, no en zigzag o con algunas luces más altas que otras. Si es un Janukiá de aceite, los vasitos deben contener bastante aceite para iluminar por el tiempo requerido —por lo menos 30 a 60 minutos en día de semana, entre una hora y una hora y media el viernes por la tarde (véase para los detalles encendido). Si usa velas, éstas deben ser bastante grandes como para iluminar el tiempo requerido.
 
Las menorot eléctricas son utilizadas para exhibición, y son un medio maravilloso para difundir el milagro de Janucá. Pero para cumplir con la mitzvá, las luces de Janucá deben ser llamas verdaderas de cera o aceite como en el Santo Templo.
Encendiendo la Janukiá

 
1. Acomode las velas en la Janukiá. Asegúrese de que haya bastante aceite, o de que las velas sean lo bastante grandes, como para que iluminen hasta media hora después del anochecer (o, si se enciende después de anochecer, media hora).

2. La primera noche, fije una vela en el extremo derecho de la Janukiá. A la noche siguiente agregue una segunda vela a la izquierda de la primera, y después agregue una vela cada noche de Janucá avanzando de izquierda a derecha.
 
3. Reúna a toda la familia alrededor de la Janukiá.

4. Encienda el shamash, la vela piloto; sosténgalo con la mano derecha (a menos que sea zurdo, en ese caso lo sostiene con la izquierda).

5. De pie, recite las bendiciones apropiadas.

6. Encienda las velas. Cada noche, encienda la vela nueva (en el extremo izquierdo) primero y continúe encendiendo de izquierda a derecha. (Agregamos velas a la Janukiá de derecha a izquierda, y encendemos de izquierda a derecha.). 

7.  El orden de colocación y encendido de las velas es el siguiente, parados  frente a la Janukiá, se van colocando de derecha a izquierda, y se encienden de izquierda a derecha, conforme van pasando los días. 

8.   En el momento de encender la Janukiá, se debe prender una vela (fuera de las de Janucá) y con ella prender todas las demás y al finalizar encender el shamash, antes de prender las velas se debe decir las siguientes bendiciones: 

La primera noche se recitan 3 bendiciones:


I.  Baruj ata A-donai E-lohenu Melej Haolam asher kideshanu vemizvotav vezivanu lehadlik ner Janucá.
 

II.  Baruj ata A-donai E-lohenu Melej Haolam sheasa nisim laavoteinu bayamim hahem bazman haze. 

III. Baruj ata A-donai E-lohenu Melej Haolam sheejeyanu vekiyemanu veiguianu lazman haze. 

A partir de la segunda noche solo se dice I y II
 

ברכות להדלקת נרות חנוכה
 


בָּרוּךְ אַתָּה יְיָ אֱלֹהֵֽינוּ מֶֽלֶךְ הָעוֹלָם, אֲשֶׁר קִדְּשָֽׁנוּ בְּמִצְוֹתָיו וְצִוָּֽנוּ

לְהַדְלִיק נֵר שֶׁל חֲנֻכָּה.

בָּרוּךְ אַתָּה יְיָ אֱלֹהֵֽינוּ מֶֽלֶךְ הָעוֹלָם, שֶׁעָשָׂה נִסִּים לַאֲבוֹתֵֽינוּ

בַּיָּמִים הָהֵם בַּזְמַן הַזֶּה.

בערב הראשון מוסיפים גם "שהחיינו":

בָּרוּךְ אַתָּה יְיָ אֱלֹהֵֽינוּ מֶֽלֶךְ הָעוֹלָם, שֶׁהֶחֱיָֽנוּ

וְקִיְּמָֽנוּ וְהִגִּיעָֽנוּ לַזְּמַן הַזֶּה.

מן הערב השני ואילך מתחילים להדליק מהנר הנוסף,

משמאל לימין.

אחר ההדלקה יאמר:

"הנרות הללו" וישירו "מעוז צור ישועתי".

הַנֵּרוֹת הַלָּלוּ אֲנַחְנוּ מַדְלִיקִים עַל הַנִסִּים

וְעַל הַנִּפְלָאוֹת וְעַל הַתְּשׁוּעוֹת וְעַל הַמִּלְחָמוֹת,

שֶׁעָשִֽׂיתָ לַאֲבוֹתֵֽינוּ בַּיָּמִים הָהֵם בַּזְּמַן הַזֶּה,

עַל יְדֵי כֹּהֲנֶֽיךָ הַקְּדוֹשִׁים.

וְכָל שְׁמוֹנַת יְמֵי חֲנֻכָּה הַנֵּרוֹת הַלָּלוּ קֹֽדֶשׁ הֵם,

וְאֵין לָֽנוּ רְשׁוּת לְהִשְׁתַּמֵּשׁ בָּהֶם, אֶלָּא לִרְאוֹתָם בִּלְבָד,

כְּדֵי להוֹדוֹת וּלְהַלֵּל לְשִׁמְךָ הַגָּדוֹל
עַל נִסֶּֽיךָ וְעַל נִפְלְאוֹתֶֽיךָ וְעַל יְשׁוּעָתֶֽךָ.
 
מעוז צור ישועתי
 


מָעוֹז צוּר יְשׁוּעָתִי  לְךָ נָאֶה לְשַׁבֵּֽחַ,

תִּכּוֹן בֵּית תְּפִלָּתִי וְשָׁם תּוֹדָה נְזַבֵּֽחַ,

לְעֵת תָּכִין מַטְבֵּֽחַ מִצָּר הַמְנַבֵּֽחַ,

אָז אֶגְמֹר בְּשִׁיר מִזְמוֹר חֲנֻכַּת הַמִּזְבֵּֽחַ.

Dinero inesperado

Dinero1

Cada día tu padre depositará $86.400 dólares en tu cuenta bancaria. Lo que sea que quede en la cuenta al final del día, se borrará automáticamente.

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Estás sentado en tu casa y recibes una llamada telefónica de tu padre. Tiene una sorpresa para ti.

Él dice que te ama muchísimo, y que ha decidido que te depositará todos los días $86.400 dólares en tu cuenta bancaria. ¡$86.400! ¡Es un montón de dinero para recibir todos los días!

Tú esperas por el truco, y no tarda en llegar. La condición es que lo que sea de dinero que quede en la cuenta al final del día será borrado de la misma; no podrá ser utilizado. Nunca tendrás ese dinero de vuelta.

Eso no está nada de mal, piensas, ¡solamente tendré que gastarlo todo, todos los días! ¡No desperdiciar ni un centavo! Cuelgas el teléfono con una sensación de “gracias”, corres por un lápiz y papel, te sientas y empiezas a planear. Tú sabes que para asegurarte de que cada dólar sea aprovechado a su máximo, tendrás que idear algo para asignar apropiadamente el dinero.

Lo primero es lo primero. Caridad. Tú sabes que cada judío está obligado a dar entre el 10% y el 20% de sus ganancias a caridad. Siendo una persona generosa (quien resulta tener $17.000 para repartir diariamente) decides repartir el 20% de tus ganancias a caridad cada día. Eso te deja el 80% del dinero.

Vamos a ver, piensas. Lo próximo serán mis necesidades. Del 80%, probablemente puedo llegar a utilizar un 40% para cosas que yo necesito: comida, renta, auto, ropa, etc. OK.

Queda el 40%

Bueno, tú ponderas, existen esas pequeñas cositas con las que uno tiene que lidiar, mejorías que hacer, cosas que arreglar, las-no-tan-esenciales-pero-todavía-justamente-necesarias. Tú decides que el 20% de tus ganancias deben estar destinadas a aquellas cosas.

Del 20% que queda, te permites un 10% sólo para entretención. Este 10% será utilizado en regalos especiales, aparatos electrónicos, etc. Después de todo, no es un crimen disfrutar. (¡Y de todas maneras no puedes ahorrarlo!)

El último 10%, decides, debe ser para asuntos de contingencia. Después de todo, uno nunca sabe qué gastos extras pueden surgir. Y si no surge nada, lo utilizaras para más regalos. Pero lo más importante, cada uno de los dólares debe ser gastado. ¡De otra manera sería una pérdida de dinero!

Ya está. Lo tienes todo resuelto, cada dólar dedicado a un propósito, cada centavo con un foco directo. Ahora verdaderamente puedes aprovechar al máximo esta oportunidad.

Los segundos cuentan

Cada día nuestro Padre en el Cielo deposita exactamente 86.400 en nuestra cuenta. 86.400 segundos dentro del periodo de 24 horas. ¡Qué regalo! ¡Qué oportunidad!

¿Qué estas haciendo con esos 86.400 segundos?

El “truco”, por supuesto, es que al final de cada día, todo se ha ido. Si no utilizaste ese tiempo sabiamente —y desperdiciaste una hora— eso es 3.600 segundos que se fueron para siempre. Nunca te encontrarás con esos momentos otra vez.

La mayoría de nosotros nos esforzamos por utilizar cada dólar de la mejor manera posible. Pero cuando se trata del precioso regalo del tiempo, ¿podemos decir realmente que lo estamos utilizando apropiadamente?

Siguiendo el modelo de nuestros ambiciosos planes para los $86.400, deberíamos estar donando 20% de nuestro tiempo en ayudar a otros. Deberíamos gastar 40% del tiempo para lo que debe ser hecho, incluyendo dormir y comer. Por lo menos el 20% de este atesorado regalo de tiempo debe ser utilizado para “reparaciones”, es decir, debe ser dedicado a la auto mejoría, al crecimiento personal, ya sea leer un libro que te motive o ajustar nuestras metas para desarrollarnos espiritualmente. 10% debe ponerse de lado para el entretenimiento y la relajación (con el propósito de recargar energías para las cosas importantes) y el último 10% para contingencia: un embotellamiento inesperado, un evento familiar, etc.

En realidad, 100% de nuestro tiempo debe estar enfocado en convertirnos en mejores personas y en mejorar nuestra relación con Dios.

Todo se trata de tener un foco correcto. Haz tu propio plan  y mantente en el camino. Corre y agarra ese lápiz y ese papel. Piensa en grandes metas y divídelas en pequeños pasos graduales. Ten objetivos específicos por hora. Y como cualquier administrador de recursos responsable, fija metas diarias, semanales, mensuales, semestrales, anuales y a largo plazo.

Asigna los 86.400 sabiamente. Y continúa.

Rav Noaj Weinberg zt’’l, solía decir que todo comienza con una decisión, un compromiso. El recomendaba recitar en voz alta: “la vida es una oportunidad. Yo quiero utilizar mi mente, y estar constantemente avanzando hacia mi meta”.

No desperdicies ni un centavo, ni un nanosegundo. Puede sonar como demasiado, o puede parecer muy intenso, pero recuerda, si se escapó, se escapó para siempre. Cuando estés soñando despierto piensa: “¿Qué estoy haciendo ahora, y como podría utilizar este momento más efectivamente?”.

¿Por qué desperdiciar tus momentos ahogándote en arrepentimiento sobre el pasado o preocupándote por el futuro? Es como tener que pagar una multa de $10 por cada dólar que no gastaste. Es ridículo.

Cada momento puede ser utilizado al máximo. Hay tanto bien que podemos hacer, si nos mantenemos concentrados. Perdón por el cliché pero resulta ser muy cierto: Cada momento es un regalo. Aprovecha tu “presente”.

A Honra dos Outros

 

a honra dos outros

"Jaques era um jovem impulsivo, explodia de raiva diante da menor provocação." Porém, como não era um garoto de má índole, sempre se sentia envergonhado e se esforçava para se desculpar e consolar aqueles a quem tinha magoado.

Um dia, seu professor viu-o pedindo desculpas a um colega depois de uma explosão de raiva. Aproximou-se dele, entregou uma folha de papel e disse:

- Por favor, amasse esta folha.

Curioso com aquele pedido estranho, Jaques obedeceu e transformou a folha em uma bolinha, devolvendo ao professor.

- Agora - o professor voltou a dizer - deixe-a como estava antes.

Por mais que Jaques tentasse, não conseguia deixá-la como antes. O papel continuava amassado e cheio de pregas. Então, o professor ensinou-lhe algo para toda a vida:

- O coração das pessoas é como este papel. “As marcas que neles deixamos são tão difíceis de apagar quanto estes amassados que foram deixados aqui”

Aprenda a ter cuidado com os sentimentos dos outros. “Antes de ofender alguém, lembre-se do papel amassado, que nunca mais volta à forma anterior.”