segunda-feira, julho 04, 2016

Pensamentos de Elie Wiesel



Pensamentos de Elie Wiesel
  •  Indiferença, para mim, é a personificação do mal.
  • Nunca mais esquecerei esta noite, a primeira noite no campo, que fez da minha vida uma noite longa e sete vezes aferrolhada.
  • A noite é mais pura do que o dia, é melhor para pensar, amar e sonhar. À noite tudo é mais intenso, mais verdadeiro. O eco das palavras que foram ditas durante o dia assume um significado novo e mais profundo.
  • Atrás de mim, ouvi o mesmo homem perguntar: - Onde é que Deus está, então? E eu sentia dentro de mim uma voz que lhe respondia: - Onde é que ele está? Ei-lo - está aqui pendurado nesta forca... Naquela noite, a sopa sabia a cadáver...
  • O homem interroga e Deus responde. Mas nós não compreendemos as Suas respostas. Não podemos compreendê-las. Porque elas vêm do fundo da alma e lá permanecem até à hora da morte.
  • Nunca mais esquecerei aquele fumo. Nunca mais esquecerei as pequeninas caras das crianças cujos corpos eu tinha visto transformarem-se em espirais sob um azul mudo. Nunca mais esquecerei estas chamas que consumiram para sempre a minha fé.
  • O oposto do amor não é nenhum ódio, é a indiferença. O oposto de arte não é a feiura, é a indiferença. O oposto de fé não é nenhuma heresia, é a indiferença. E o oposto da vida não é a morte, é a indiferença.
  • Cada judeu devia guardar, em algum lugar do seu coração, uma zona para o ódio, esse ódio são e viril contra todo aquele que representa o alemão e que forma parte da essência do alemão. Tudo o resto seria traição aos mortos.

Recordando a Elie Wiesel



Elie Wiesel cambió mi vida
El ganador del Premio Nobel falleció a los 87 años de edad. Su pasión por la vida y el judaísmo dejó una imborrable marca en mí.
Elie Wiesel, quien falleció a la edad de 87 años, fue ganador del premio Nobel y una destacada figura de la literatura que plasmó en su libro La noche sus horribles experiencias en los campos de exterminio de Auschwitz y Buchenwald, libro que continúa siendo uno de los testimonios más poderosos sobre el Holocausto. Fue una de las pocas personas que grabó la realidad del Holocausto en el consciente colectivo de la humanidad.
Durante mi adolescencia, Elie Wiesel representaba para mí al judaísmo mismo.
Desde pequeño leía sus libros, me emocionaba con sus relatos, y admiraba su coraje.
Aquellas conferencias — y los libros que escribió— hacían que el judaísmo fuera algo emocionante ante mis ojos. Wiesel, quien nació en Rumania en 1928, creció rodeado de las historias que le contaba su bisabuelo Feig, quien era miembro de la comunidad jurídica Visznitz, y en las lecturas de esas historias transportábamos a esas aldeas y un mundo que ya no retornara.
Nos contaba historias repletas de simbolismos y significado: de vendedores ambulantes que buscaban riquezas y de personas comunes y corrientes que anhelaban la santidad y lo divino. Historias de personas cuyas vidas estaban sumidas en el aprender, cuyas buenas acciones le permitían al mundo seguir su curso.
En los mundos que describía el Sr. Wiesel, un profundo anhelo por vivir con significado y espiritualidad parecía ser la norma.
"Lo opuesto de amor no es odio, sino indiferencia".
La propia vida de Wiesel representaba esta expectativa: tomarse la vida con seriedad y cumplir nuestro deber para hacer del mundo un lugar mejor. En una entrevista concedida al New York Times en 1981, Wiesel explicó que, como sobreviviente del Holocausto, él sentía profundamente esta responsabilidad: "Si sobreviví, debe ser por alguna razón. Debo hacer algo con mi vida. Es demasiado importante como para andar simplemente jugando por ahí, porque en mi lugar se podría haber salvado alguien más. Así que yo hablo por esa persona".
Él peleaba en contra de la complacencia e indiferencia humana. "Lo opuesto de amor no es odio, sino indiferencia", solía decir. Vivía con la misión de mantener viva la memoria del Holocausto. En la ceremonia de entrega de los premios Nobel de 1986, dijo: "He intentado mantener viva la memoria. He intentado luchar contra aquellos que olvidarán. Porque si olvidamos, somos culpables, somos cómplices".
Año tras año tener la oportunidad de disfrutar de sus artículos tan preciados que estaba casi perdido: con una tradición y sabiduría que parecía completamente ausente en el mundo según yo lo veía. Él escribía y disertaba con pasión sobre el Holocausto, sobre buscar el sentido a la vida, sobre los temas morales de hoy en día.
En ese entonces, la judería de la Unión Soviética estaba en apuros. "Lo que más me atormenta no son los judíos silenciosos que conocí en Rusia" dijo Wiesel desafiante, "sino el silencio de los judíos entre quienes vivo hoy".
Elie Wiesel nos desafiaba a todos a ser mejores y a hacer más. Hay una historia que escuché de él que se quedó grabada en mi mente hasta hoy en día. Era sobre un hombre que siempre pedía prestada la linterna de su vecino porque él no tenía una linterna propia. Finalmente se dio cuenta de que si quería viajar a otros lugares, tendría que tener su propia linterna. No puedo hacer justicia a la elocuente forma en que el Sr. Wiesel contó esta historia, pero recuerdo los escalofríos que corrían por mi espalda mientras leía sobre el mensaje que cada uno de nosotros debe adquirir su propia luz, su propia sabiduría, con la cual guiar nuestros caminos.
Esa noche decidí buscar mi propia luz. Mi sed por sabiduría judía fue encendida por aquellas lecturas de Elie Wiesel. Tomé clases sobre temas judíos en los cursos de la universidad abierta de Tel Aviv (Universita Hapetujá), leí libros judíos y eventualmente viajé a Israel a estudiar, viendo el conocimiento como una forma de encender mi propia linterna.
Décadas más tarde, entendí que de alguna manera debía agradecerle personalmente por haber cambiado mi vida. Descubrí que Elie Wiesel era miembro del cuerpo docente del Boston College. Escribí a la escuela y envié mensajes de agradecimiento. Que fueron respondidos por una agradable mujer. Era su secretaria privada. A pesar de que el Sr. Wiesel estaba frágil y no podía contestar el teléfono, ella me escribió que estaba feliz por haber recibido mi mensaje.
En mis diecisiete años de trabajo en Brasil, uno de los momentos más impactantes fue cuando recibí una llamada del propio Elie Wiesel agradeciendo la invitación para participar del lanzamiento de una de sus obras que fuera traducida al portugués por parte de la Editora Exodus, de Rio de Janeiro. En la misma conversación me deleite durante unos 20 minutos con su sapiencia, su corazón humanista, la experiencia con Monsieur Shoshani, y su compartir estudios con Emanuel Levinas, quedo la invitación para otra oportunidad, que luego por motivos de índole personal de Elie Wiesel Z”L, no conseguía colocarla en su agenda anual.
En esa conversación abrí mi corazón. Le dije cuán importante había sido él para mí, cómo sus libros me habían guiado, cómo él había cambiado mi vida. El escuchó pacientemente mientras yo hablaba. Me respondió entre muchas cosas con una frase que me dejo marcado: “No todas las víctimas del nazismo eran judías, pero todos los judíos éramos victimas”
Mi voz estaba llena de emoción, estaba tan feliz, esa carta todavía está en los objetos particulares que quedaron dentro de mi gabinete en la sinagoga que desempeñe funciones en Brasil, espero que lo cuiden.
Elie Wiesel cambió el curso de millones de vidas a lo largo de su activa vida. Estoy sumamente agradecido de haber tenido la oportunidad de retribuir a este destacable hombre por ayudar a formar mi vida judía. En su memoria, apeguémonos a los valores que eran tan preciados para él: la pasión por el estudio del judaísmo, recordar el Holocausto y luchar contra el mal.
Que su alma tan sagrada al elevarse nos ilumine y nos guie para que continuemos con sus valores, Amen