Elie Wiesel cambió mi vida
El ganador del Premio Nobel falleció a los
87 años de edad. Su pasión por la vida y el judaísmo dejó una imborrable marca
en mí.
Elie Wiesel,
quien falleció a la edad de 87 años, fue ganador del premio Nobel y una
destacada figura de la literatura que plasmó en su libro La noche sus
horribles experiencias en los campos de exterminio de Auschwitz y Buchenwald,
libro que continúa siendo uno de los testimonios más poderosos sobre el
Holocausto. Fue una de las pocas personas que grabó la realidad del Holocausto
en el consciente colectivo de la humanidad.
Durante mi
adolescencia, Elie Wiesel representaba para mí al judaísmo mismo.
Desde pequeño leía
sus libros, me emocionaba con sus relatos, y admiraba su coraje.
Aquellas conferencias
— y los libros que escribió— hacían que el judaísmo fuera algo emocionante ante
mis ojos. Wiesel, quien nació en Rumania en 1928, creció rodeado de las
historias que le contaba su bisabuelo Feig, quien era miembro de la comunidad jurídica
Visznitz, y en las lecturas de esas historias transportábamos a esas aldeas y
un mundo que ya no retornara.
Nos contaba
historias repletas de simbolismos y significado: de vendedores ambulantes que
buscaban riquezas y de personas comunes y corrientes que anhelaban la santidad
y lo divino. Historias de personas cuyas vidas estaban sumidas en el aprender,
cuyas buenas acciones le permitían al mundo seguir su curso.
En los mundos
que describía el Sr. Wiesel, un profundo anhelo por vivir con significado y
espiritualidad parecía ser la norma.
"Lo opuesto
de amor no es odio, sino indiferencia".
La propia vida
de Wiesel representaba esta expectativa: tomarse la vida con seriedad y cumplir
nuestro deber para hacer del mundo un lugar mejor. En una entrevista concedida
al New York Times en 1981, Wiesel explicó que, como sobreviviente del
Holocausto, él sentía profundamente esta responsabilidad: "Si sobreviví,
debe ser por alguna razón. Debo hacer algo con mi vida. Es demasiado importante
como para andar simplemente jugando por ahí, porque en mi lugar se podría haber
salvado alguien más. Así que yo hablo por esa persona".
Él peleaba en
contra de la complacencia e indiferencia humana. "Lo opuesto de amor no es
odio, sino indiferencia", solía decir. Vivía con la misión de mantener
viva la memoria del Holocausto. En la ceremonia de entrega de los premios Nobel
de 1986, dijo: "He intentado mantener viva la memoria. He intentado luchar
contra aquellos que olvidarán. Porque si olvidamos, somos culpables, somos
cómplices".
Año tras año tener
la oportunidad de disfrutar de sus artículos tan preciados que estaba casi
perdido: con una tradición y sabiduría que parecía completamente ausente en el
mundo según yo lo veía. Él escribía y disertaba con pasión sobre el Holocausto,
sobre buscar el sentido a la vida, sobre los temas morales de hoy en día.
En ese entonces,
la judería de la Unión Soviética estaba en apuros. "Lo que más me
atormenta no son los judíos silenciosos que conocí en Rusia" dijo Wiesel
desafiante, "sino el silencio de los judíos entre quienes vivo hoy".
Elie Wiesel nos
desafiaba a todos a ser mejores y a hacer más. Hay una historia que escuché de
él que se quedó grabada en mi mente hasta hoy en día. Era sobre un hombre que
siempre pedía prestada la linterna de su vecino porque él no tenía una linterna
propia. Finalmente se dio cuenta de que si quería viajar a otros lugares,
tendría que tener su propia linterna. No puedo hacer justicia a la elocuente
forma en que el Sr. Wiesel contó esta historia, pero recuerdo los escalofríos
que corrían por mi espalda mientras leía sobre el mensaje que cada uno de
nosotros debe adquirir su propia luz, su propia sabiduría, con la cual guiar
nuestros caminos.
Esa noche
decidí buscar mi propia luz. Mi sed por sabiduría judía fue encendida por
aquellas lecturas de Elie Wiesel. Tomé clases sobre temas judíos en los cursos
de la universidad abierta de Tel Aviv (Universita Hapetujá), leí libros judíos
y eventualmente viajé a Israel a estudiar, viendo el conocimiento como una
forma de encender mi propia linterna.
Décadas más
tarde, entendí que de alguna manera debía agradecerle personalmente por haber
cambiado mi vida. Descubrí que Elie Wiesel era miembro del cuerpo docente del Boston
College. Escribí a la escuela y envié mensajes de agradecimiento. Que fueron
respondidos por una agradable mujer. Era su secretaria privada. A pesar de que
el Sr. Wiesel estaba frágil y no podía contestar el teléfono, ella me escribió que
estaba feliz por haber recibido mi mensaje.
En mis diecisiete
años de trabajo en Brasil, uno de los momentos más impactantes fue cuando recibí
una llamada del propio Elie Wiesel agradeciendo la invitación para participar
del lanzamiento de una de sus obras que fuera traducida al portugués por parte
de la Editora Exodus, de Rio de Janeiro. En la misma conversación me deleite
durante unos 20 minutos con su sapiencia, su corazón humanista, la experiencia
con Monsieur Shoshani, y su compartir estudios con Emanuel Levinas, quedo la
invitación para otra oportunidad, que luego por motivos de índole personal de
Elie Wiesel Z”L, no conseguía colocarla en su agenda anual.
En esa
conversación abrí mi corazón. Le dije cuán importante había sido él para mí,
cómo sus libros me habían guiado, cómo él había cambiado mi vida. El escuchó
pacientemente mientras yo hablaba. Me respondió entre muchas cosas con una
frase que me dejo marcado: “No todas las víctimas del nazismo eran
judías, pero todos los judíos éramos victimas”
Mi voz estaba
llena de emoción, estaba tan feliz, esa carta todavía está en los objetos
particulares que quedaron dentro de mi gabinete en la sinagoga que desempeñe
funciones en Brasil, espero que lo cuiden.
Elie Wiesel
cambió el curso de millones de vidas a lo largo de su activa vida. Estoy
sumamente agradecido de haber tenido la oportunidad de retribuir a este
destacable hombre por ayudar a formar mi vida judía. En su memoria, apeguémonos
a los valores que eran tan preciados para él: la pasión por el estudio del
judaísmo, recordar el Holocausto y luchar contra el mal.
Que su alma tan
sagrada al elevarse nos ilumine y nos guie para que continuemos con sus
valores, Amen