domingo, dezembro 23, 2012

Historia: Nuestro papel en la Sociedad, en la Comunidad Judía, y con el Pueblo Judío --- En Español

Kol Israel Arevim Ze baze

Ésta es para leer y reflexionar....

Chocante, pero, lamentablemente, muy real... en nuestros días... , y creo que cada un de ustedes en esta lista debe pasar los ojos...

¡Y qué esto nunca acontezca!

Nuestro papel en la sociedad.

Se cuenta una historia sobre lo ocurrido en una ciudad. Típica ciudad del interior que contaba con una pequeña comunidad judía y apenas una sinagoga. Un día, apareció en la puerta del templo y también en el diario comunitario una noticia que impresionó todos: "Con lo más profundo pesar, comunicamos la muerte de nuestra congregación. El féretro partirá de la sinagoga rumbo al cementerio, el domingo, a las 11h".

Bien podía tratarse de una broma, pero todos los anuncios venían con lo sello de la congregación y la firma del rabino. "Debe ser serio" – pensaban.

En el día marcado, la sinagoga esta llena. Nunca si había visto tanta gente de una sola vez. Ha tiempos, aquélla que otrora fuera el centro de la comunidad, andaba huérfana. Pero no en aquel día.

Todos esperaban ansiosamente por el rabino, a fin de preguntarle quien había fallecido. Al final, la comunidad era pequeña y todos se conocían. Estaban todos allá. "¿Quién será el difunto?" – se preguntaban.

De repente, el shamash (bedel) apareció, empujando un carrito con un cajón. Era, de hecho, un cajón; no había dudas. Lo colocó de frente al Arca Santa (Aron Hakodesh) y, pujando una silla, se sentó a su lado.

Súbitamente, se oyó un lloro. La congregación se paralizó. Con sus indumentarias rotas, el viejo rabino se presentó delante de los fieles con la apariencia de quien había perdido un ente muy próximo. "D-os mío" – gritó una señora – "¿será qué su esposa falleció?" No. Estaba allá. "Ay, no. ¿Será qué fue su hijo, su único hijo?" – exclamó otra. Él también estaba allá, bien como su nuera, sus nietos y bisnietos. Todos estaban allá. No faltaba nadie.

Pero nada de eso importaba. Todos se recordaban del rabino sonriente, cálido, tranquilo. Verlo en este estado era deprimente. Mismo no sabiendo el motivo, lagrimas empezaron a verter de algunos ojos. Atentos, los fieles se estiraban para oír y ver mejor. Ni respiraban.

El rabino se dirigió al púlpito. Hizo una predica muy simple, pero extremadamente emotiva. Mismo quien no tenía la menor idea de lo que estaba aconteciendo, se conmovió. Ya en el fin, en ton misterioso y compasivo, miró para el cajón, después para la comunidad y dijo:

"Creo, mis hijos, que nuestra congregación no puede más resucitar. No soy D-os, ni tengo poderes extraordinarios, pero voy a hacer una ultima tentativa. Mientras rezo, con la mayor fe posible, ustedes, en fila india, van pasando para ver el cadáver".

Dicho eso, el shamash se levantó y abrió el cajón. Paró a su lado y empezó a observar allá adentro.

Un frenesí tomó cuenta de los más viejos. "¡Qué absurdo!" – gritaban – "¡Eso no es una costumbre judía!" Pero, los más jóvenes se levantaron y formaron la cola y ellos fueron atrás. El desfile comenzó lentamente y, al pasar, todos miraban, curiosos y admirados, para el cajón.

Como en el fondo había un espejo, cada uno vía su propio rostro adentro del cajón.

En el fondo, en el fondo, esta historia, a pesar de ser una ficticia parábola, acontece con todos nosotros. Nuestras instituciones están ahí, nuestras escuelas, nuestras sinagogas, cada vez más huérfanas, cada vez menos frecuentadas.

Muchos creen que basta ser judío en las Fiestas y conmemoraciones, otros creen que ser judío es apenas una cuestión de fe. Con eso, acaban desconectándose de su responsabilidad comunitaria – su papel en la sociedad judía-, la responsable de nuestra existencia durante milenios. "Y el problema es de los otros" – piensan.

Hubo alguien en el pasado que pensaba de la misma forma. Caín, inconformado con la gracia que su hermano alcanzaba delante de D-os, resolvió matarlo. La grande lección moral de la Perasháh (Porción semanal Bereshit, la primera del Libro Génesis) ésta en la pregunta a él hecha por D-os: ¿Aieca? - ¿dónde tu éstas?  Caín, después de ser cuestionado sobre su hermano, contesta con otra pregunta: ¿Acaso soy guardián de mi hermano?

Ésta pregunta nos es hecha diariamente: ¿Aiénu? - ¿Dónde estamos nosotros? ¿Acaso estamos cuidando a nuestros hermanos cómo deberíamos? ¿Somos responsables de ellos?

Sí, somos. Kol Israel arevim Zé baze - todos somos responsables unos por los otros (Talmud Babilónico - Tratado Shavuot 39a). Hacemos todos parte de un inmenso cuerpo - un pequeño "problema" mal tratado y todo el conjunto puede estar comprometido. Un pequeño ademán puede modificar completamente el regalo y construir un porvenir mejor.

Si queremos que el concepto tan repetitivo y conocido "continuidad judaica" deje de ser un simple slogan; si queremos – como decía Elie Wiesel y otros pensadores, que judío es aquél cuyos nietos continúan siendo judíos – tener orgullo de proporcionar a nuestras familias una autentica vivencia judaica; si queremos, sobretodo, ¡evitar el funeral de nuestra Historia, entonces, es hora de que actuemos! Pues, con la "muerte" espiritual de nuestra tradición, seremos en nosotros los sepultados. Nuestro rostro es que estará en el féretro del desaire e irresponsabilidad.

La pregunta es: ¿dónde estamos nosotros?

Shavua Tov Umeboraj

Historia para refletir: Nosso verdadeiro papel em nossa Comunidade, em Nosso Povo --- Em Português.

Esta é para ler e refletir....

responsabilidade

Chocante, mas, infelizmente, muito real... em nossos dias... , e acho que cada um de vocês nesta lista deve passar os olhos...

E que isto nunca aconteça!

Nosso papel na sociedade.

Conta-se uma historia sobre o ocorrido em uma cidadezinha. Típica cidade do interior contava com uma pequena comunidade judaica e apenas uma sinagoga. Um dia, apareceu na porta do templo e também no jornal comunitário uma noticia que impressionou todos: "Com o mais profundo pesar, comunicamos a morte da nossa congregação. O féretro partirá da sinagoga rumo ao cemitério, no domingo, às 11h".

Bem podia tratar-se de uma brincadeira, mas todos os anúncios vinham com o carimbo da congregação e a assinatura do rabino. "Deve ser serio" – pensavam.

No dia marcado, a sinagoga esta cheissima. Nunca se tinha visto tanta gente de uma só vez. Ha tempos, aquela que outrora fora o centro da comunidade, andava vazia. Mas não naquele dia. Todos esperavam
ansiosamente pelo rabino, a fim de perguntar-lhe quem havia falecido.

Afinal, a comunidade era pequena e todos se conheciam. Estavam todos lá. "Quem será o defunto?" – se perguntavam.

De repente, o shamash (bedel) apareceu, empurrando um carrinho com um caixão. Era, de fato, um caixão; não havia duvidas. Colocou-o defronte a Arca Santa (Aron Hakodesh) e, puxando uma cadeira, sentou-se ao seu lado.

Subitamente, ouviu-se um choro. A congregação paralisou. Com seus trajes rasgados, o velho rabino apresentou-se diante dos fieis com a aparência de quem havia perdido um ente muito próximo. "Meu D’us" – gritou uma senhora – "será que sua esposa faleceu?" Não. Ela estava lá. "Ai, não. Será que foi seu filho, seu único filho?" – exclamou outra. Ele também estava lá, bem como sua nora, seus netos e bisnetos. Todos estavam lá. Não faltava ninguém.

Mas nada disso importava. Todos se lembravam do rabino sorridente, acalentador, tranqüilo. Vê-lo neste estado era deprimente. Mesmo não sabendo o motivo, lagrimas começaram a verter de alguns olhos. Atentos,
os fieis esticavam-se para ouvir e ver melhor. Nem respiravam.

O rabino dirigiu-se ao púlpito. Fez uma predica muito simples, mas extremamente emotiva. Mesmo quem não tinha a menor idéia do que estava acontecendo, comoveu-se. Já no fim, em tom misterioso e compassivo, olhou para o caixão, depois para a comunidade e disse:

"Creio, meus filhos, que a nossa congregação não possa mais ressuscitar. Não sou D’us, nem tenho poderes extraordinários, mas vou fazer uma ultima tentativa. Enquanto rezo, com a maior fé possível, vocês, em fila indiana, vão passando para ver o cadáver".

Dito isso, o shamash se levantou e abriu o caixão. Parou ao seu lado e começou a observar lá dentro.

Um frenesi tomou conta dos mais velhos. "Que absurdo!" – gritavam – "Isso não é um costume judaico!" Porem, os mais jovens se levantaram e formaram a fila e eles foram atrás. O desfile começou lentamente e, ao passar, todos olhavam, curiosos e admirados, para o caixão.

Como no fundo havia um espelho, cada um via seu próprio rosto dentro do caixão.

No fundo, no fundo, esta história, apesar de ser uma fictícia parábola, acontece com todos nos. Nossas instituições estão ai, nossas escolas, nossas sinagogas, cada vez mais vazias, cada vez menos freqüentadas.

Muitos acreditam que basta ser judeu nas Festas e comemorações, outros acham que ser judeu é apenas uma questão de fé. Com isso, acabam desprendendo-se de sua responsabilidade comunitária – seu papel na
sociedade judaica-, a responsável por nossa existência durante milênios. "E problema dos outros" – pensam.

Houve alguém no passado que pensava da mesma forma. Caim, inconformado com a graça que seu irmão alcançava perante D’us, resolveu mata-lo. A grande lição moral da Perasháh (Porção semanal Bereshit, a primeira do Livro Gêneses) esta na pergunta a ele feita por D’us: Aieca? - onde você esta?  Caim, após ser questionado sobre seu irmão, responde com outra pergunta: Acaso sou guardião de meu irmão?

Esta pergunta nos é feita diariamente: Aiénu? - Onde estamos nós? Acaso estamos cuidando de nossos irmãos como deveríamos? Somos responsáveis por eles?

Sim, somos. Kol Israel arevim zé baze - todos somos responsáveis uns pelos outros (Talmud Babilônico - Tratado Shavuot 39a). Fazemos todos parte de um imenso corpo - um pequeno "problema" mal tratado e todo o conjunto pode estar comprometido. Um pequeno gesto pode modificar completamente o presente e construir um futuro melhor.

Se quisermos que o jargão "continuidade judaica" deixe de ser um slogan; se quisermos – como dizia Elie Wiesel e outros pensadores, que judeu é aquele cujos netos continuam sendo judeus – ter orgulho de proporcionar a nossas famílias uma autentica vivencia judaica; se quisermos, sobretudo, evitar o funeral de nossa Historia, então, é hora de agirmos!

Pois, com a "morte" espiritual de nossa tradição, seremos nos os sepultados. Nosso rosto é que estará no esquife do desprezo e irresponsabilidade.

A pergunta é: onde estamos nós?

Shavua Tov Umeborach!!

Jejum de Asara de Tevet – Jejum do 10 de Tevet

10 de Tevet

O Cerco de Jerusalém

clip_image002clip_image003No 10º dia do mês judaico de Tevet, no ano 3336 da Criação (425 AEC), os exércitos do imperador da Babilônia Nevuchadnezzar fizeram um cerco a Jerusalém. Trinta meses depois - em 9 de Tamuz de 3338 - as muralhas da cidade foram arrasadas e em 9 de Av daquele ano o Templo Sagrado foi destruído.

O povo judeu foi exilado na Babilônia durante 70 anos. O dia 10 de Tevet (este ano, 23 de dezembro de 2012) é observado como um dia de jejum, luto e arrependimento. Abstemo-nos de comida e bebida, do amanhecer até o anoitecer, e acrescentamos selichot e outros suplementos especiais às nossas preces.

Mais recentemente, determinado pela Rabanut HaReshit de Israel (Pelo Superior Rabinato de Israel) foi que o 10 de Tevet, seja o dia, que foi escolhido para servir também como "dia geral de kadish" para as vítimas do Holocausto, muitas das quais se desconhece o dia de martírio.

Um antigo costume judaico, que foi revivido em os últimos anos por muitos Lideres Religiosos é pronunciar palavras de inspiração e incentivar o arrependimento nos dias de jejum.