quarta-feira, abril 05, 2017

¿Por qué comemos Matzá?


¿Por qué comemos Matzá?





Ya se conoce que una de las tres Mitsvot positivas de Pésaj es comer Matsá. La Matsá es un “pan” especial hecho a partir de una masa plana y sin levadura. Ahora bien. ¿Por qué comemos Matsá en Pésaj? Hay dos razones. Una de ellas se menciona explícitamente en la Torá. La segunda razón, menos conocida, se menciona al principio de la Hagadá que leemos en el Seder.



Comencemos por esta última.

Durante muchos años, cuando vivimos esclavizados en Egipto, todos los días comíamos exclusivamente Matsá. Matsá en el desayuno, Matsá en el almuerzo y Matsá para la cena. Matsá era la comida concebida por los crueles egipcios como el alimento ideal para los esclavos judíos. ¿Por qué? Porque la Matsá es más lenta de digerir, y dura más que el pan en el estómago del esclavo. Los judíos alimentados con Matsá tenían así menos hambre.  Por otro lado, la Matsá era el alimento más barato que se podía producir: todo lo que se necesita para preparar Matsá es harina y agua, dos de los elementos más baratos y abundantes en Egipto.   El famoso rabino Abraham Eben Ezra (1089-1167) cuenta lo que él experimentó en uno de sus viajes de comercio, cuando tuvo que pasar un día en una prisión en la India y allí le dieron de comer… Matsá. El “pan” de bajo costo, sin levadura, sin sal, sin aditivos y de lenta digestión, era el alimento “ideal” para prisioneros, esclavos y personas a las que hay que alimentar para que sobrevivan y trabajen.

En el cautiverio egipcio había otro elemento que contribuía a la tortura psicológica de los esclavos judíos: el factor tiempo. Mientras que para producir un pan normal, sin levadura, es necesario dejar reposar la masa durante unos 20 minutos y sólo después de ese tiempo se coloca la masa fermentada en el horno, para hacer la Matsá la masa se coloca en el horno cuando aún está plana,  sin esperar a que fermente.  En el cautiverio egipcio el proceso que permitiría la fermentación  de la masa se omitía. ¿Por qué? Porque los esclavos judíos tenían que trabajar para los egipcios ¡sin pausa! Sus patrones no estaban dispuestos a conceder 20 minutos de descanso a sus esclavos, y mucho menos para que los judíos pudieran comer un sabroso pan.  Por todo esto, al principio de la Hagadá de Pésaj, decimos señalando la Matsá: ha lajmá ‘aniyá … Este es “el pan de la pobreza, o el pan de los pobres, como explica Rambán (en español antiguo decían: “el pan de la aflicción”) que comían nuestros antepasados en Egipto”. De alguna forma, la experiencia de comer solamente Matsá durante tantos años, quedó grabada en nuestra memoria.  Y al probar la Matsá revivimos el sabor del cautiverio.

Sin embargo, la razón explicita que menciona la Torá es otra. En el momento de nuestra salida de Egipto, irónicamente, también comimos Matsá. Pero ¿por qué? NO porque nos forzaran a no esperar a que la masa fermente sino porque la salida de Egipto ocurrió en un período de tiempo cortísimo: entre el 14 y el 15 de Nisán.  El Faraón nos mandó salir luego de la última plaga. Por primera vez fuimos dueños de nuestro destino, y una de las primeras cosas que queríamos hacer era comer “pan” como personas libres. Pero nuestra salida de Egipto no fue un proceso progresivo que duró semanas o días. Fuimos rescatados por HaShem precipitadamente (bejipazón), en una “operación relámpago Providencial” que duró sólo unas horas. Tratemos de visualizarnos a nosotros mismos. Si tuviéramos que dejar casi todas nuestras pertenencias y tuviéramos sólo unas horas para preparar lo que llevaremos para el camino, incluyendo la comida, no nos podríamos permitir esperar 20 minutos para que la masa fermente.… Los Yehudim no nos pudimos dar el lujo de preparar pan. Por mucho que anhelábamos tener nuestra primera comida normal, al salir de Egipto, irónicamente, no había tiempo que perder (לא יכלו להתמהמה). Y una vez más, por última vez, horneamos Matsot. Pero esta vez la causa por la cual comíamos Matsá era muy diferente. No estábamos cumpliendo órdenes de nuestros crueles amos.  Lo hicimos voluntariamente. Porque teníamos que abandonar Egipto sin demora, rápidamente. Salimos de Egipto cargando las Matsot en nuestros hombros (este evento, el cargar con las matsot en nuestros hombros,  se representa en el Seder de Pésaj por los judíos de Siria cuando se “actúa” el משארותם צרורות). La misma Matsá que comíamos como esclavos,  esta vez tenía un sabor diferente: el sabor de una libertad que estaba ocurriendo YA, precipitadamente, frente a nuestros ojos.

La Matsá es quizás el elemento más característico de Pésaj. de hecho, Pésaj se llama la fiesta de las Matsot. Porque las Matsot simultáneamente despiertan en nosotros dos memorias muy diferentes: por un lado, la aflicción que sufrimos como esclavos en Egipto. Y por el otro lado nos recuerda que fue HaShem Quien nos rescató. Nuestra salida de Egipto no fue la consecuencia de una “revolución” que fermentó en el pueblo a través de varios años, y cuyo desenlace final ocurrió después de varias batallas contra nuestros captores. En Pésaj fuimos rescatados por HaShem en un único y “vertiginoso” acto de redención, irrepetible en la historia de la humanidad.

La Matsá representa a la vez, la amargura de la esclavitud y el dulce sabor del milagro de nuestra libertad. Al comer la Matsá celebramos nuestra redención, sin olvidar nuestro sufrimiento.