¿Por qué comemos Matzá?
Ya se conoce que una de las tres Mitsvot positivas de Pésaj es comer
Matsá. La Matsá es un “pan” especial hecho a partir de una masa plana y sin
levadura. Ahora bien. ¿Por qué comemos Matsá en Pésaj? Hay dos
razones. Una de ellas se menciona explícitamente en la Torá. La segunda razón,
menos conocida, se menciona al principio de la Hagadá que leemos en el Seder.
Comencemos por esta última.
Durante muchos años, cuando vivimos esclavizados
en Egipto, todos los días comíamos exclusivamente Matsá. Matsá en el desayuno,
Matsá en el almuerzo y Matsá para la cena. Matsá era la comida concebida por
los crueles egipcios como el alimento ideal para los esclavos judíos. ¿Por qué?
Porque la Matsá es más lenta de digerir, y dura más que el pan en el estómago
del esclavo. Los judíos alimentados con Matsá tenían así menos hambre.
Por otro lado, la Matsá era el alimento más barato que se podía producir: todo
lo que se necesita para preparar Matsá es harina y agua, dos de los elementos
más baratos y abundantes en Egipto. El famoso rabino Abraham Eben Ezra
(1089-1167) cuenta lo que él experimentó en uno de sus viajes de comercio,
cuando tuvo que pasar un día en una prisión en la India y allí le dieron de
comer… Matsá. El “pan” de bajo costo, sin levadura, sin sal, sin aditivos y de
lenta digestión, era el alimento “ideal” para prisioneros, esclavos y personas
a las que hay que alimentar para que sobrevivan y trabajen.
En el cautiverio egipcio había otro elemento que
contribuía a la tortura psicológica de los esclavos judíos: el factor tiempo.
Mientras que para producir un pan normal, sin levadura, es necesario dejar
reposar la masa durante unos 20 minutos y sólo después de ese tiempo se coloca
la masa fermentada en el horno, para hacer la Matsá la masa se coloca en el
horno cuando aún está plana, sin esperar a que fermente. En el
cautiverio egipcio el proceso que permitiría la fermentación de la masa
se omitía. ¿Por qué? Porque los esclavos judíos tenían que trabajar para los
egipcios ¡sin pausa! Sus patrones no estaban dispuestos a conceder 20 minutos
de descanso a sus esclavos, y mucho menos para que los judíos pudieran comer un
sabroso pan. Por todo esto, al principio de la Hagadá de Pésaj, decimos
señalando la Matsá: ha lajmá ‘aniyá … Este es “el pan de la pobreza, o el pan
de los pobres, como explica Rambán (en español antiguo decían: “el pan de la
aflicción”) que comían nuestros antepasados en Egipto”. De alguna forma, la
experiencia de comer solamente Matsá durante tantos años, quedó grabada en
nuestra memoria. Y al probar la Matsá revivimos el sabor del cautiverio.
Sin embargo, la razón explicita que menciona la
Torá es otra. En el momento de nuestra salida de Egipto, irónicamente, también
comimos Matsá. Pero ¿por qué? NO porque nos forzaran a no esperar a que la masa
fermente sino porque la salida de Egipto ocurrió en un período de tiempo
cortísimo: entre el 14 y el 15 de Nisán. El Faraón nos mandó salir luego
de la última plaga. Por primera vez fuimos dueños de nuestro destino, y una de
las primeras cosas que queríamos hacer era comer “pan” como personas libres.
Pero nuestra salida de Egipto no fue un proceso progresivo que duró semanas o
días. Fuimos rescatados por HaShem precipitadamente (bejipazón), en una
“operación relámpago Providencial” que duró sólo unas horas. Tratemos de
visualizarnos a nosotros mismos. Si tuviéramos que dejar casi todas nuestras
pertenencias y tuviéramos sólo unas horas para preparar lo que llevaremos para
el camino, incluyendo la comida, no nos podríamos permitir esperar 20 minutos
para que la masa fermente.… Los Yehudim no nos pudimos dar el lujo de preparar
pan. Por mucho que anhelábamos tener nuestra primera comida normal, al salir de
Egipto, irónicamente, no había tiempo que perder (לא יכלו להתמהמה). Y
una vez más, por última vez, horneamos Matsot. Pero esta vez la causa por la
cual comíamos Matsá era muy diferente. No estábamos cumpliendo órdenes de
nuestros crueles amos. Lo hicimos voluntariamente. Porque teníamos que
abandonar Egipto sin demora, rápidamente. Salimos de Egipto cargando las Matsot
en nuestros hombros (este evento, el cargar con las matsot en nuestros
hombros, se representa en el Seder de Pésaj por los judíos de Siria
cuando se “actúa” el משארותם צרורות). La misma Matsá que comíamos
como esclavos, esta vez tenía un sabor diferente: el sabor de una
libertad que estaba ocurriendo YA, precipitadamente, frente a nuestros ojos.
La Matsá es quizás el elemento más
característico de Pésaj. de hecho, Pésaj se llama la fiesta de las Matsot.
Porque las Matsot simultáneamente despiertan en nosotros dos memorias muy
diferentes: por un lado, la aflicción que sufrimos como esclavos en Egipto. Y
por el otro lado nos recuerda que fue HaShem Quien nos rescató.
Nuestra salida de Egipto no fue la consecuencia de una “revolución” que
fermentó en el pueblo a través de varios años, y cuyo desenlace final ocurrió
después de varias batallas contra nuestros captores. En Pésaj fuimos rescatados
por HaShem en un único y “vertiginoso” acto de redención, irrepetible en la
historia de la humanidad.
La Matsá representa a la vez, la amargura de la
esclavitud y el dulce sabor del milagro de nuestra libertad. Al comer la
Matsá celebramos nuestra redención, sin olvidar nuestro sufrimiento.