domingo, novembro 24, 2013

Chanucáh: Não deixar-se “surpreender”, pela escuridão das coisas vãs.

Mensagem do Rabino

chanuca 2013

Ano após ano, quando chega a época de Chanucáh, as luzes são acesas em cada lar judaico celebrando os acontecimentos na época dos chashmonaim, quando estes se rebelaram contra o jugo do império greco-sírio de Antiocos (175 a.EC). Decidido a helenizar todo seu império, o dominador direcionou seu poder despótico contra o espírito de Israel. Os judeus, ao derrotar as forças de Antiocos e com a retomada do Templo Sagrado, iniciaram um processo de purificação espiritual. Era indispensável, antes de mais nada, reacender a Menorá, símbolo da luz espiritual de Israel, criada por D'us. A cada ano, em Chanucáh, comemoramos a preservação do espírito de Israel.

O esforço da vida é captar a luz para iluminar a escuridão. É empenhar-se em cultivar tudo que é bom neste mundo e dirigir todos os recursos para sobrepujar e transformar a negatividade do "lado obscuro" da Criação. Este processo era exemplificado pelo acendimento da Menoráh no Templo Sagrado. Diariamente, óleo da mais pura qualidade era colocado em cada lamparina, acesa pelos Cohanim antes do anoitecer. Colocada dentro do Santuário a luz da Menoráh irradiava um brilho Divino que passava através das paredes do Templo e iluminava a escuridão do mundo exterior. As sete chamas emanavam para o mundo uma verdadeira Luz Sagrada.

A Menoráh do Templo simboliza a criação do universo. Suas sete lamparinas aludiam à perfeição, dentro da ordem natural refletida nos sete dias da semana. Aludem, também, às sete sefirot, que são os sete traços mais importantes do caráter humano. Ei-los: chessed: o amor e a benevolência para com o próximo; guevurá: o autocontrole e temor a D'us; tiferet: compaixão; netzach: vitória; hod: humildade e devoção; yessod: comunicabilidade e malchut: receptividade.

No deserto, D'us ordenou a Moisés atirar o ouro no fogo e logo apareceu “milagrosamente” a Menoráh Sagrada. Forjado numa única peça de ouro, o candelabro de sete braços simbolizava as almas que se originam de uma única fonte. Todas as lamparinas são igualmente "parte da Centelha Divina", cada qual com sua personalidade única. Todas se voltam ao centro da Menorá, como as almas se empenham em direção a um mesmo objetivo.
O óleo significa a essência destilada. Nítido e separado ao mesmo tempo, penetra em tudo à sua volta. O óleo sobe à superfície, enquanto os outros líquidos permanecem estáticos e não se espalham; o óleo, como a alma, se expande, penetrando, afetando e tocando tudo. Ao profanar o óleo sagrado da Menorá do Templo, os gregos tentaram destruir a essência da alma judia.

Um pavio sem óleo produz luz fraca. Uma vida sem Toráh e mitzvot, apesar de arder pelo desejo de se relacionar com D'us, é incapaz de sustentar sua chama. Podem-se experimentar breves momentos de experiência espiritual, mas, faltando o óleo da genuína substância Divina, rapidamente desaparecem e falham ao tentar introduzir uma luz resistente no mundo. Quando o pavio é inserido no óleo e é aceso, o pavio absorve, transmite e transforma o óleo em uma luz firme e estável.

Com a destruição do Templo Sagrado não há mais como acender a Menoráh do Templo. A Menoráh que acendemos em Chanucáh, e que chamamos de chanuquiá, tem oito braços e não sete. Na época do Templo, quando a Divindade era revelada, sete lamparinas eram suficientes para iluminar o mundo, mas após a destruição do Templo, para clarear a escuridão do exílio, deve-se empregar uma luz que transcenda a ordem natural. Tal luz é produzida pelas oito chamas que são acesas em Chanucáh. O número oito reflete a luz que não está presa por limitações.

Enquanto a Menoráh do Templo era acesa durante o dia e no interior do Santuário, a Menorá de Chanucá é acesa à noite e colocada perto de uma janela onde possa ser vista de fora.

As luzes da chanuquiá são sagradas. Não é permitido fazer uso delas, somente olhá-las, afirmando assim a supremacia da Luz Divina sobre as limitações humanas. Colocada em lugar visível, a Menoráh de Chanucáh ensina que deve-se espalhar a luz da Toráh para todos. É acesa após o anoitecer (com exceção do Shabat), durante oito dias, a partir do dia 25 de Kislev. Sua luz nos lembra que, mesmo nos momentos mais obscuros da existência, a luz da sabedoria pode brilhar intensamente; e também que a redenção é possível de ser alcançada bastando acender mais uma chama. A alma, também se eleva quando conseguimos acender um objetivo mais de nosso crescimento, de nossa elevação, de nossa auto-estima, valorizando e reavaliando dia após dia nossos objetivos.

Chanucáh é a comemoração do maior objetivo que existe em um ser humano, não deixar-se “surpreender”, pela escuridão das coisas vãs.

Vayeshev: “Bienaventurados los que habitan en Tu morada.”

"Y Yaakov se estableció (vayeshev) en la tierra de la residencia de su padre (megurei aviv)" (Génesis 37:1)

No es lo mismo alquilar un departamento que comprarlo. Cuando uno compra, uno se pone a pensar en remodelarlo, muchas veces incurriendo en grandes gastos; compra alfombras y muebles de la mejor calidad; invierte en una cocina bien moderna con mármol negro, etc., etc. Pero cuando uno alquila, uno se arregla con un poco de pintura nueva y nada más.

Cuando uno compra la propiedad, se establece. Cuando alquila, simplemente reside. Si se te ocurrió hacer dinero escribiendo un diccionario de sinónimos de la Lengua Sagrada, te recomendaría que no abandonases tu actual empleo. En hebreo no existen los sinónimos. Si te fijas en un diccionario de inglés, probablemente encontrarás 'establecerse' y 'residir' como sinónimos. Pero en hebreo cada palabra tiene un significado singular y especifico. La parshá de esta semana se llama "vayeshev", "y se estableció". El verbo lishev connota permanencia; "lagur", residir, denota una residencia temporaria. "Y Yaakov se estableció (vayeshev) en la tierra de la residencia de su padre (megurei aviv)".

Yaakov se estableció en el sitio en el que su padre meramente había residido. Yitzjak se dio cuenta, como ninguna otra persona, de que este mundo no es más que un simple corredor, y que estamos todos de paso camino al palacio del Rey. Eso no significa que a Yaakov le hubiera interesado excesivamente este mundo, sino que su falta de conexión con el mismo no era comparable con el caso de su padre. Yaakov quería establecerse tranquilamente en el lugar en el que su padre Yitzjak había sido un mero residente. Y como resultado de ello, fue sometido a la (tremenda) pérdida de Yosef, su hijo predilecto.

Yosef inició su carrera como un soñador en gran escala: primero vio el sol, la luna y las estrellas que se inclinaban ante él. Después su carrera se vio reducida, cuando interpretó los sueños del jefe de coperos del Faraón, quien se olvidó de Yosef no bien fue liberado de la prisión.

Igual que en Egipto, así fue siempre con la historia de los judíos en el exilio. Los tataranietos de Israel sueñan con grandezas, tanto en Rusia, Alemania o América. Queremos cambiar el mundo. Nos adherimos a todos los "-ismos" que aparecen.

Díganme cualquier movimiento idealista de los últimos doscientos años, y les mostraré un judío, si no varios, que estuvieron detrás del telón, o adelante. ¿Cómo es que nosotros, los judíos, nos permitimos tener estos sueños? Porque nos empezamos a sentir cómodos en nuestra lugares de residencia. Sentimos que nos hemos establecido, no simplemente de paso.

Fíjense en cada uno de estos movimientos, desde la revolución bolchevique en Rusia hasta el Movimiento de los Derechos Civiles de la década del sesenta en los EE. UU. Desde los hippies hasta los yuppies. Todos tienen algo en común: el "jefe de los coperos" se olvida de nosotros. El movimiento sufre de una amnesia total y absoluta en cuanto a la persona que lo inició. Al igual que el “jefe de los coperos – el sar hamashkim” omite la figura prominente del “que interpreta los sueños”.

El judío reza tres veces al día. Probablemente, la plegaria más difícil sea Minjá, el rezo de la tarde. A la mañana, el día acaba de comenzar. Antes de que el mundo se llene de ruido y bullicio, tenemos espacio en la mente para contemplar lo Eterno y lo Permanente. De noche, el mundo se aquieta y podemos hacer un alto y hablarle a D-os en paz y con tranquilidad. Pero en medio de la tarde, cuando estamos sumergidos en los asuntos mundanales, es preciso de una enorme fuerza de voluntad para salir por un lapso de este mundo y dirigirnos a D-os. Tal vez ese sea uno de los motivos por el cual iniciamos el servicio de Minjá, el servicio instituido por Yitzjak, con las palabras "Afortunados son los que se establecen en Tu Casa – Ashre Ioshve Beteja Od Ielaleuka Selá". Feliz de aquel que sabe que su residencia permanente es la casa de D-os, en el mundo espiritual, y que nuestros sueños, se hacen realidad, cuando damos la oportunidad de “establecerlos” en el mundo terrenal asociados al regocijo de serenidad que encuentra nuestra alma.

Shabat Shalom

domingo, novembro 10, 2013


La Janukiá

 

Los elementos básicos de una Janukiá casher son ocho soportes para el aceite o las velas, y un soporte adicional, separado del resto, para la vela shamash, (acompañante).
Las luminarias de Janucá pueden ser velas, o mechas sumergidas en aceite. Ya que el milagro de Janucá ocurrió con el aceite de oliva —la pequeña vasija de aceite que duró ocho días —la Janukiá de aceite es preferible a la de vela, y el aceite de oliva es el ideal para encender las luminarias de Janucá. Las mechas de algodón son preferibles porque producen una llama más clara.
 
Siempre que compramos un artículo para hacer una mitzvá, intentamos que sea lo más hermoso dentro de nuestras posibilidades. Así pues, si es posible, consiga una Janukiá de plata. Embellecer la mitzvá es nuestra manera de demostrar nuestro aprecio a D-os y cómo llevamos a cabo sus mandamentos.
 
Las ocho velas de la Janukiá deben estar en línea recta, no en zigzag o con algunas luces más altas que otras. Si es un Janukiá de aceite, los vasitos deben contener bastante aceite para iluminar por el tiempo requerido —por lo menos 30 a 60 minutos en día de semana, entre una hora y una hora y media el viernes por la tarde (véase para los detalles encendido). Si usa velas, éstas deben ser bastante grandes como para iluminar el tiempo requerido.
 
Las menorot eléctricas son utilizadas para exhibición, y son un medio maravilloso para difundir el milagro de Janucá. Pero para cumplir con la mitzvá, las luces de Janucá deben ser llamas verdaderas de cera o aceite como en el Santo Templo.
Encendiendo la Janukiá

 
1. Acomode las velas en la Janukiá. Asegúrese de que haya bastante aceite, o de que las velas sean lo bastante grandes, como para que iluminen hasta media hora después del anochecer (o, si se enciende después de anochecer, media hora).

2. La primera noche, fije una vela en el extremo derecho de la Janukiá. A la noche siguiente agregue una segunda vela a la izquierda de la primera, y después agregue una vela cada noche de Janucá avanzando de izquierda a derecha.
 
3. Reúna a toda la familia alrededor de la Janukiá.

4. Encienda el shamash, la vela piloto; sosténgalo con la mano derecha (a menos que sea zurdo, en ese caso lo sostiene con la izquierda).

5. De pie, recite las bendiciones apropiadas.

6. Encienda las velas. Cada noche, encienda la vela nueva (en el extremo izquierdo) primero y continúe encendiendo de izquierda a derecha. (Agregamos velas a la Janukiá de derecha a izquierda, y encendemos de izquierda a derecha.). 

7.  El orden de colocación y encendido de las velas es el siguiente, parados  frente a la Janukiá, se van colocando de derecha a izquierda, y se encienden de izquierda a derecha, conforme van pasando los días. 

8.   En el momento de encender la Janukiá, se debe prender una vela (fuera de las de Janucá) y con ella prender todas las demás y al finalizar encender el shamash, antes de prender las velas se debe decir las siguientes bendiciones: 

La primera noche se recitan 3 bendiciones:


I.  Baruj ata A-donai E-lohenu Melej Haolam asher kideshanu vemizvotav vezivanu lehadlik ner Janucá.
 

II.  Baruj ata A-donai E-lohenu Melej Haolam sheasa nisim laavoteinu bayamim hahem bazman haze. 

III. Baruj ata A-donai E-lohenu Melej Haolam sheejeyanu vekiyemanu veiguianu lazman haze. 

A partir de la segunda noche solo se dice I y II
 

ברכות להדלקת נרות חנוכה
 


בָּרוּךְ אַתָּה יְיָ אֱלֹהֵֽינוּ מֶֽלֶךְ הָעוֹלָם, אֲשֶׁר קִדְּשָֽׁנוּ בְּמִצְוֹתָיו וְצִוָּֽנוּ

לְהַדְלִיק נֵר שֶׁל חֲנֻכָּה.

בָּרוּךְ אַתָּה יְיָ אֱלֹהֵֽינוּ מֶֽלֶךְ הָעוֹלָם, שֶׁעָשָׂה נִסִּים לַאֲבוֹתֵֽינוּ

בַּיָּמִים הָהֵם בַּזְמַן הַזֶּה.

בערב הראשון מוסיפים גם "שהחיינו":

בָּרוּךְ אַתָּה יְיָ אֱלֹהֵֽינוּ מֶֽלֶךְ הָעוֹלָם, שֶׁהֶחֱיָֽנוּ

וְקִיְּמָֽנוּ וְהִגִּיעָֽנוּ לַזְּמַן הַזֶּה.

מן הערב השני ואילך מתחילים להדליק מהנר הנוסף,

משמאל לימין.

אחר ההדלקה יאמר:

"הנרות הללו" וישירו "מעוז צור ישועתי".

הַנֵּרוֹת הַלָּלוּ אֲנַחְנוּ מַדְלִיקִים עַל הַנִסִּים

וְעַל הַנִּפְלָאוֹת וְעַל הַתְּשׁוּעוֹת וְעַל הַמִּלְחָמוֹת,

שֶׁעָשִֽׂיתָ לַאֲבוֹתֵֽינוּ בַּיָּמִים הָהֵם בַּזְּמַן הַזֶּה,

עַל יְדֵי כֹּהֲנֶֽיךָ הַקְּדוֹשִׁים.

וְכָל שְׁמוֹנַת יְמֵי חֲנֻכָּה הַנֵּרוֹת הַלָּלוּ קֹֽדֶשׁ הֵם,

וְאֵין לָֽנוּ רְשׁוּת לְהִשְׁתַּמֵּשׁ בָּהֶם, אֶלָּא לִרְאוֹתָם בִּלְבָד,

כְּדֵי להוֹדוֹת וּלְהַלֵּל לְשִׁמְךָ הַגָּדוֹל
עַל נִסֶּֽיךָ וְעַל נִפְלְאוֹתֶֽיךָ וְעַל יְשׁוּעָתֶֽךָ.
 
מעוז צור ישועתי
 


מָעוֹז צוּר יְשׁוּעָתִי  לְךָ נָאֶה לְשַׁבֵּֽחַ,

תִּכּוֹן בֵּית תְּפִלָּתִי וְשָׁם תּוֹדָה נְזַבֵּֽחַ,

לְעֵת תָּכִין מַטְבֵּֽחַ מִצָּר הַמְנַבֵּֽחַ,

אָז אֶגְמֹר בְּשִׁיר מִזְמוֹר חֲנֻכַּת הַמִּזְבֵּֽחַ.

Dinero inesperado

Dinero1

Cada día tu padre depositará $86.400 dólares en tu cuenta bancaria. Lo que sea que quede en la cuenta al final del día, se borrará automáticamente.

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Estás sentado en tu casa y recibes una llamada telefónica de tu padre. Tiene una sorpresa para ti.

Él dice que te ama muchísimo, y que ha decidido que te depositará todos los días $86.400 dólares en tu cuenta bancaria. ¡$86.400! ¡Es un montón de dinero para recibir todos los días!

Tú esperas por el truco, y no tarda en llegar. La condición es que lo que sea de dinero que quede en la cuenta al final del día será borrado de la misma; no podrá ser utilizado. Nunca tendrás ese dinero de vuelta.

Eso no está nada de mal, piensas, ¡solamente tendré que gastarlo todo, todos los días! ¡No desperdiciar ni un centavo! Cuelgas el teléfono con una sensación de “gracias”, corres por un lápiz y papel, te sientas y empiezas a planear. Tú sabes que para asegurarte de que cada dólar sea aprovechado a su máximo, tendrás que idear algo para asignar apropiadamente el dinero.

Lo primero es lo primero. Caridad. Tú sabes que cada judío está obligado a dar entre el 10% y el 20% de sus ganancias a caridad. Siendo una persona generosa (quien resulta tener $17.000 para repartir diariamente) decides repartir el 20% de tus ganancias a caridad cada día. Eso te deja el 80% del dinero.

Vamos a ver, piensas. Lo próximo serán mis necesidades. Del 80%, probablemente puedo llegar a utilizar un 40% para cosas que yo necesito: comida, renta, auto, ropa, etc. OK.

Queda el 40%

Bueno, tú ponderas, existen esas pequeñas cositas con las que uno tiene que lidiar, mejorías que hacer, cosas que arreglar, las-no-tan-esenciales-pero-todavía-justamente-necesarias. Tú decides que el 20% de tus ganancias deben estar destinadas a aquellas cosas.

Del 20% que queda, te permites un 10% sólo para entretención. Este 10% será utilizado en regalos especiales, aparatos electrónicos, etc. Después de todo, no es un crimen disfrutar. (¡Y de todas maneras no puedes ahorrarlo!)

El último 10%, decides, debe ser para asuntos de contingencia. Después de todo, uno nunca sabe qué gastos extras pueden surgir. Y si no surge nada, lo utilizaras para más regalos. Pero lo más importante, cada uno de los dólares debe ser gastado. ¡De otra manera sería una pérdida de dinero!

Ya está. Lo tienes todo resuelto, cada dólar dedicado a un propósito, cada centavo con un foco directo. Ahora verdaderamente puedes aprovechar al máximo esta oportunidad.

Los segundos cuentan

Cada día nuestro Padre en el Cielo deposita exactamente 86.400 en nuestra cuenta. 86.400 segundos dentro del periodo de 24 horas. ¡Qué regalo! ¡Qué oportunidad!

¿Qué estas haciendo con esos 86.400 segundos?

El “truco”, por supuesto, es que al final de cada día, todo se ha ido. Si no utilizaste ese tiempo sabiamente —y desperdiciaste una hora— eso es 3.600 segundos que se fueron para siempre. Nunca te encontrarás con esos momentos otra vez.

La mayoría de nosotros nos esforzamos por utilizar cada dólar de la mejor manera posible. Pero cuando se trata del precioso regalo del tiempo, ¿podemos decir realmente que lo estamos utilizando apropiadamente?

Siguiendo el modelo de nuestros ambiciosos planes para los $86.400, deberíamos estar donando 20% de nuestro tiempo en ayudar a otros. Deberíamos gastar 40% del tiempo para lo que debe ser hecho, incluyendo dormir y comer. Por lo menos el 20% de este atesorado regalo de tiempo debe ser utilizado para “reparaciones”, es decir, debe ser dedicado a la auto mejoría, al crecimiento personal, ya sea leer un libro que te motive o ajustar nuestras metas para desarrollarnos espiritualmente. 10% debe ponerse de lado para el entretenimiento y la relajación (con el propósito de recargar energías para las cosas importantes) y el último 10% para contingencia: un embotellamiento inesperado, un evento familiar, etc.

En realidad, 100% de nuestro tiempo debe estar enfocado en convertirnos en mejores personas y en mejorar nuestra relación con Dios.

Todo se trata de tener un foco correcto. Haz tu propio plan  y mantente en el camino. Corre y agarra ese lápiz y ese papel. Piensa en grandes metas y divídelas en pequeños pasos graduales. Ten objetivos específicos por hora. Y como cualquier administrador de recursos responsable, fija metas diarias, semanales, mensuales, semestrales, anuales y a largo plazo.

Asigna los 86.400 sabiamente. Y continúa.

Rav Noaj Weinberg zt’’l, solía decir que todo comienza con una decisión, un compromiso. El recomendaba recitar en voz alta: “la vida es una oportunidad. Yo quiero utilizar mi mente, y estar constantemente avanzando hacia mi meta”.

No desperdicies ni un centavo, ni un nanosegundo. Puede sonar como demasiado, o puede parecer muy intenso, pero recuerda, si se escapó, se escapó para siempre. Cuando estés soñando despierto piensa: “¿Qué estoy haciendo ahora, y como podría utilizar este momento más efectivamente?”.

¿Por qué desperdiciar tus momentos ahogándote en arrepentimiento sobre el pasado o preocupándote por el futuro? Es como tener que pagar una multa de $10 por cada dólar que no gastaste. Es ridículo.

Cada momento puede ser utilizado al máximo. Hay tanto bien que podemos hacer, si nos mantenemos concentrados. Perdón por el cliché pero resulta ser muy cierto: Cada momento es un regalo. Aprovecha tu “presente”.

A Honra dos Outros

 

a honra dos outros

"Jaques era um jovem impulsivo, explodia de raiva diante da menor provocação." Porém, como não era um garoto de má índole, sempre se sentia envergonhado e se esforçava para se desculpar e consolar aqueles a quem tinha magoado.

Um dia, seu professor viu-o pedindo desculpas a um colega depois de uma explosão de raiva. Aproximou-se dele, entregou uma folha de papel e disse:

- Por favor, amasse esta folha.

Curioso com aquele pedido estranho, Jaques obedeceu e transformou a folha em uma bolinha, devolvendo ao professor.

- Agora - o professor voltou a dizer - deixe-a como estava antes.

Por mais que Jaques tentasse, não conseguia deixá-la como antes. O papel continuava amassado e cheio de pregas. Então, o professor ensinou-lhe algo para toda a vida:

- O coração das pessoas é como este papel. “As marcas que neles deixamos são tão difíceis de apagar quanto estes amassados que foram deixados aqui”

Aprenda a ter cuidado com os sentimentos dos outros. “Antes de ofender alguém, lembre-se do papel amassado, que nunca mais volta à forma anterior.”

domingo, novembro 03, 2013

El rabino y el delincuente

Esta historia sucedió en el año 2012, y fue relatada una semana después del fallecimiento del Rav Ovadia Yosef Z”L.

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El rabino y el delincuente

por Elisha Edri

Rav Ovadia Yosef

Una historia real sobre el poder del amor.

Mi vecino Eliahu vive sólo a unas cuantas casas de mí en la ciudad de Hispin, y trabaja con jóvenes inmigrantes etíopes y rusos en un programa del ejército. El año pasado en un día cálido de septiembre, el tipo de día que no quiere dar paso al entrante otoño, Elisha venía de vuelta después de cumplir con su servicio de reservista en Tzeelim.

El autobús iba lleno, pero a mitad de camino, en la estación de bus de Afula, muchísima gente se bajó. Entonces, un hombre mayor de barba blanca, sombrero negro y largo abrigo negro, se subió al bus y se sentó a su lado. Él notó que aquel hombre era alguien muy distinguido, como un dayán (juez) rabínico o algo así. El rabino vio la kipá sobre la cabeza de Elisha e inmediatamente comenzó a hablarle sobre la parashá de la semana. De ahí pasaron a daf yomi (Talmud), y luego a algunos temas de halajá (ley judía). El tiempo pasó volando y ya se acercaban a Tiberias —el destino final del rabino— cuando de pronto el rabino le preguntó a Elisha a qué se dedicaba. Elisha le contó sobre los jóvenes con los que trabajaba y le dijo cuán alejados estaban la mayoría de ellos de la Torá y del judaísmo tradicional.

El rabino se quedó en silencio durante un instante y después de una pausa dijo: “El próximo mes me retiro de mi posición como dayán. He trabajado allí durante 25 años. Pero no pienses que siempre he sido así. Yo no crecí en un hogar religioso”, dijo con una sonrisa. “Mis padres eran sobrevivientes del Holocausto, y no tenían la habilidad emocional para darme la atención que yo necesitaba. Prácticamente crecí en la calle. Estuve a punto de convertirme en un delincuente, ya que me juntaba con la gente incorrecta incluso desde antes de mi Bar Mitzvá”.

“Cerca de mi casa había una sinagoga, y al lado de ésta había un campo de fútbol donde pasaba el tiempo con mis amigos. A veces la pelota caía en el patio de la sinagoga, y una vez incluso rompimos una de las ventanas de la sinagoga, pero escapamos antes de que nos atraparan. Un Shabat, cuando yo tenía casi 15 años, pateé la pelota tan fuerte que no cayó simplemente en la entrada de la sinagoga, sino que le dio directamente al rabino cuando iba saliendo y le voló el sombrero. Mis amigos y yo nos reímos de buena gana al ver cómo su sombrero se transformaba en un platillo volador”.

“El rabino levantó su sombrero, caminó hacia mí, pero antes de que alcanzara a abrir la boca, yo le dije con atrevimiento: ‘Shabat Shalom. ¿Su señoría quiere hacer kidush para nosotros o prefiere unirse a nuestro juego?’. Él no se puso nervioso. En cambio, me miró y preguntó: ‘¿Dónde están tus padres?’. Yo le respondí burlonamente ‘están muertos’”.

“El rabino me dijo: ‘Ven conmigo’. Para mí era como un juego. No sé por qué, pero fui con él. Pensaba en las bromas que haría con mis amigos cuando regresara. Llegamos a su casa. Él entró y yo lo seguí. Hizo kidush y me dio algo de beber. Luego me preguntó: ‘¿Tienes hambre?’. ‘Me estoy muriendo de hambre’, le respondí. El rabino le hizo una seña a su esposa y me hicieron un lugar en la mesa y me trajeron comida. Comí como si fuera una persona que no ha visto comida en toda una semana. El rabino comió muy poco. Él simplemente me vio comer y dijo unas pocas palabras. Años más tarde entendí que probablemente yo me había comido también su porción”.

“Cuando terminé de comer, él me preguntó: ‘¿Estás cansado?’. ‘Estoy exhausto’, le respondí. El rabino me dio una cama y yo inmediatamente me dormí. Cuando me desperté era Motzei Shabat. El rabino me preguntó: ‘¿Qué quieres hacer ahora?’. ‘Me encantaría ir al cine a ver una película, pero no tengo dinero’, le respondí. ‘¿Cuánto cuesta una entrada?’, me preguntó. ‘Una lira y media’, le dije. El rabino me dio una lira y media y se despidió de mí, pero no sin antes decirme: ‘Vuelve mañana’”.

Tan sólo debes amarlos como si fueran tus propios hijos, y entonces tendrás éxito.

“Volví al día siguiente, y al siguiente, y al siguiente. Comí y obtuve dinero para el cine día tras día. Eventualmente descubrí que había otros 12 niños como yo, a quienes el rabino había tomado de la calle y que iban a comer a su casa. Comencé a apegarme mucho a él. Él comenzó a enseñarme sobre judaísmo, y yo no quería ser malagradecido, así que lo escuchaba. Aprendí sobre lavarse las manos antes de comer, sobre los rezos y sobre las leyes de Shabat. Él me compró un par de tefilín y se sentó a estudiar conmigo jumash, mishná y halajá. Gracias a él yo eventualmente fui a una Ieshivá, recibí mi ordenación rabínica y, como puedes ver, me convertí en un dayán. Él me casó, casó a mis hijos y fue el sandak en el brit de mi nieto”.

Y cuando estaban llegando a Tiberias, el anciano finalizó su historia.

“Así que no te des por vencido en tu labor”, le dijo a Elisha. “Mira dónde comencé yo y en qué me convertí. Tan sólo debes amarlos; ámalos como si fueran tus propios hijos y entonces tendrás éxito”.

La gente comenzó a prepararse para bajar del autobús y Elishá consiguió hacer una última pregunta antes de que se despidieran. “¿Cuál era el nombre del rabino que te acogió?”.

“¿Por qué me preguntas cuál era su nombre? Él aún está vivo y muy activo, gracias a Dios, a pesar de que tiene 92 años de edad”, le dijo. “Su nombre es Rav Ovadia Yosef”.

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CERCANO A CUMPLIR LOS 30 DÍAS DE FALLECIMIENTO DE ESTE TSADIK Z”L. sHLOSHIM 30 DÍAS (6.11.2013)

El ex primer ministro Menajem Beiguin Z”L: Seu amor pelo Shabat e Israel

Tus aviones descansarán en Shabat

por Yehuda Avner**

Menajem Beiguin

Recordando el día en que Menajem Begin hizo que El-Al, la aerolínea nacional de Israel, dejara de viajar en Shabat.

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Durante mucho tiempo, Menajem Begin deseó imponer algo sobre uno de los sindicatos más poderosos del país, la aerolínea nacional israelí El-Al. Él quería detener las operaciones de la aerolínea desde el viernes al atardecer hasta el sábado al anochecer (las horas del Shabat judío) y también en las principales fiestas judías. Y fue precisamente sobre este tema que el Sr. Begin se dirigió a la Kneset (parlamento) en mayo de 1982 desde el estrado y no desde una silla de ruedas (era la primera vez que hacía esto desde que se había quebrado la cadera casi seis meses atrás). Sin embargo, dado que aún estaba adolorido, se levantó con dificultad, apoyándose en el brazo de una acompañante y con la ayuda de su bastón.

Durante varios días hubo en la Kneset una creciente tensión en el ambiente, mientras musculosos y fornidos hombres deambulaban por sus pasillos y cafeterías, y se acercaban a los comités; el número aumentaba diariamente. Ellos eran los jefes de la unión de trabajadores de El-Al, acompañados por sus abogados, quienes tenían la intención de frustrar el plan del Primer Ministro Begin respecto a detener los vuelos de la empresa en los días santos. Ellos presionaron, fastidiaron e hicieron peticiones a los parlamentarios sin descanso…

“Sr. Presidente, damas y caballeros, miembros de la Kneset”, comenzó diciendo Begin. “El gobierno ha decidido que en un periodo de tres meses, los aviones de nuestra aerolínea nacional, El-Al, ya no volarán en Shabat y en las fiestas”.

Este anuncio causó que apareciera una mirada de odio en las caras de los hombres de la unión de trabajadores, quienes estaban sentados viendo el congreso desde la galería publica. Las bancas de la oposición hicieron erupción en un ataque de preguntas:

“¿Y entonces por qué no apagas también la televisión en Shabat?”, gritó uno.

“¿Vas a detener también los barcos mercantes de Israel en el mar?”, gritó otro.

El Primer Ministro no se inmutó ni siquiera un poco con las burlas. Por el contrario, le dieron nueva inspiración.

“Griten todo lo que quieran”, se burló él… y luego, cambiando su tono, este hombre, quien creía en la oratoria como el arma suprema, considerándola una artística combinación de estilo, cadencia y la aplicación de formidable energía intelectual, dijo:

“Hace cuarenta años regresé del exilio a Israel. Aún están grabadas en mi memoria las vidas de millones de judíos, personas simples y comunes, que a duras penas se ganaban el sustento en aquella desolada diáspora, donde constantemente arrasaban las tormentas de antisemitismo. A ellos no se les permitía trabajar en el día cristiano del descanso, el domingo, y ellos se rehusaban a trabajar en su día de descanso, el sábado, ya que ellos vivían bajo el mandamiento de ‘recuerda el día de Shabat para santificarlo’. Por lo tanto, cada semana ellos perdían dos días completos y se les hacía muy difícil ganar un sustento. Para muchos esto significaba vivir en la pobreza. Pero ellos no profanarían el día del Shabat”.

“Entonces, ¿por qué no detienes también el fútbol en Shabat?”, interrumpió un legislador, desatando otra ráfaga de burlas, abucheos y ofensas.

Una sola nación

Astutamente, Begin contó la historia de Salónica, y mientras lo hacia la Kneset escuchó atentamente.

“En Grecia había una ciudad portuaria llamada Salónica, la cual tenía una gran población judía antes de la guerra. La mayoría de los trabajadores del puerto eran judíos, y en Shabat no trabajaban. Estos estibadores preferían renunciar a su pago antes que profanar el Shabat. Los goim aceptaban esto como un hecho de la vida, y el puerto estaba cerrado en el día de Shabat. ¡Imaginen eso!”.

“Y tú quieres cerrar todo el país y regresarnos a la Edad Media”, gritó alguien.

Shabat consagra un principio social-ético sin igual.

“Ah, la Edad Media”, repitió el Primer Ministro sarcásticamente, y para el deleite de sus partidarios, él tranquilamente levantó su mano derecha como si fuera a atajar una pelota, la lanzó de regreso hacia el objetante y continuó con su flujo retórico.

“La Edad Media, dices. Pues déjame decirte algo mi querido amigo socialista: Shabat consagra un principio social-ético sin igual. Shabat es uno de los valores más nobles de toda la humanidad. Se originó con nosotros, los judíos. Es absolutamente nuestro”.

“Ninguna otra civilización en la historia tuvo un día de descanso. El antiguo Egipto tenía una gran cultura cuyos tesoros están a la vista hasta hoy en día; sin embargo, el Egipto de la antigüedad no tenía un día de descanso. Los griegos de antaño sobresalieron en filosofía y en artes, pero sin embargo, ellos no tuvieron un día de descanso. Tampoco lo hicieron las civilizaciones de Asiria, Babilonia, Persia, India, China. Ninguno de ellos tuvo un día de descanso”.

“Entonces ponte una kipá”, se burló alguien.

“¡Jutzpá!”, estalló Begin enfureciéndose. “Yo estoy hablando de los valores más sagrados de nuestro pueblo y tú te atreves a rebajarlos a una burla. ¡Que vergüenza!”.

Con los brazos en alto, él gritó: “Solamente una nación santificó el Shabat, una pequeña nación, la nación que escuchó la voz en Sinaí, 'para que tu siervo y tu sierva también descansen como tú'. Nuestra nación es la que le transmitió a la humanidad el imperativo de que un día de descanso aplique para los seres más humildes. Nuestra nación es la que le dio a los trabajadores una dignidad igual a la de sus empleadores, afirmando que ambos son iguales ante los ojos de Dios. Nuestra nación es la que transmitió este regalo a las otras creencias: Cristianismo, domingo; Islam, viernes. Nuestra nación es la que coronó a Shabat como la Reina soberana”.

Un coro de aprobación se elevó desde las bancas del gobierno, envolviendo hasta el último vestigio de discrepancia. Begin, ídolo de la gente, inmerso en su entusiasmo y sentido de misión, se elevó hasta el clímax.

“Así que aquí estamos, en nuestro propio renacido Estado Judío, ¿y vamos a permitir que nuestros aviones azules y blancos de El-Al vuelen de un lado para otro y le transmitan al mundo el mensaje de que no hay Shabat en Israel? ¿Acaso debemos nosotros, quienes por fe y tradición escuchamos los mandamientos en Sinaí, entregar un mensaje a todo el mundo a través de nuestros aviones de El-Al diciendo 'No, no recuerden el día de Shabat. ¡Olviden el día de Shabat! Profanen el día de Shabat'? Me estremezco al pensar que los aviones de nuestra compañía de transportes nacional han viajado de un lado al otro del mundo en el séptimo día durante todos estos años, a vista de judíos y gentiles por igual”.

Restaurando el alma de una nación

La conmoción resultante fue genial. El Presidente de la Kneset se sentó al tiempo que golpeaba en vano su martillo, el cual hacía un ruido sordo como si fuera un mazo de terciopelo. Entonces, Begin mismo levantó sus palmas y luego las bajo gentilmente, una, dos, tres veces, hasta que el furor se calmó. Una vez calmado, fijó sus ojos en la galería pública y dio una solemne mirada a sus ocupantes.

No se puede evaluar el valor de Shabat en cuanto a pérdida o ganancia financiera.

“Déjenme decirles esto, buenos trabajadores de El-Al. El gobierno ha sido objeto de amenazas de algunos de ustedes si seguimos adelante con nuestra decisión. Nosotros ignoramos estas amenazas. En una democracia, las decisiones de gobierno no se toman bajo amenaza. No podemos involucrarnos en cálculos de ganancia y pérdida cuando se trata de la eterna herencia del pueblo judío. No hay forma de evaluar el valor religioso, nacional, social, histórico y ético del día de Shabat con la vara de la ganancia o perdida financiera. Si no fuera por el Shabat que restauró las almas y revivió las vidas espirituales, semana tras semana, de nuestra muy sufrida nación, nuestras pruebas y vicisitudes nos habrían arrastrado a los niveles más bajos de materialismo y decadencia moral e intelectual”.

Y para aclarar su punto, concluyó su discurso con el celebrado dicho de que "más que los judíos han cuidado el Shabat, el Shabat ha cuidado a los judíos".

Con eso, se volteó para regresar cojeando a su asiento entre alabanzas y mofas. Pero apenas había dado un paso cuando, golpeado por un repentino pensamiento adicional, cojeo de regreso al micrófono y declaró:

“Sr. Presidente, permítame agregar solamente un punto más. Todos aquí deberíamos saber que no es necesario ser observante para apreciar la histórica y santa aura que consagra este 'regalo perfecto' llamado Shabat. Sus prohibiciones no son arbitrarias; nos proveen de aislamiento contra la corrosiva rutina diaria. Construyen cercas contra invasiones de lo profano, y enriquecen el alma creando un espacio para el tiempo sagrado. En una palabra, uno no necesita ser piadoso para aceptar el preciado principio de Shabat. Uno tan sólo necesita ser un judío orgulloso”.

El Presidente vociferó que sometería la propuesta del Primer Ministro a voto, e instruyó a los escrutadores comenzar a contar. El conteo fue 58 a favor y 54 en contra, y Menajem Begin exhaló un largo suspiro de alivio mientras se alejaba cojeando hacia fuera del salón.

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**Reimpreso de The Prime Ministers por Yehuda Avner, con permiso de Toby Press.