sexta-feira, novembro 16, 2012

Perasháh en español: Toldot (Genesis 25:19 – 28:9)

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Toldot

Comida Rápida

A veces vemos algo que llama nuestra atención. Lo queremos, ¡y lo queremos ya! Pero, ¿qué precio estamos dispuestos a pagar? ¿Vale la pena recibirlo ahora si eso significa renunciar a algo mucho más valioso en el futuro?

En la parashá de nuestra semana aprendemos que Esav estaba dispuesto a vender su derecho de primogenitura, un eterno don, ¡a cambio de un plato de frijoles!

Esav solamente era capaz de valorar lo que estaba en frente de sus ojos. Pero la Torá nos enseña que las cosas que son realmente valiosas no siempre vienen de inmediato. Si podemos renunciar a nuestra necesidad de gratificación inmediata, a menudo, obtendremos mucho más a cambio.

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En nuestra historia, un niño aprende la lección de cómo esperar por lo que realmente importa.

"Comida Rápida"

Diego irrumpió en la casa de la familia Epstein como un pequeño tornado. Llevaba un balón de fútbol, y así también, una buena cantidad de lodo del partido. La Sra. Epstein observó a su hijo y no sabía si regañarlo, o simplemente reírse.

"Hola mamá. Estoy hambriento. ¿Qué hay de cenar?", preguntó.

La mamá de Diego sonrió y dijo: "Vas a estar muy feliz. Comeremos tu comida favorita esta noche, algo que has estado pidiendo durante mucho tiempo, comida-rápida china". "¡Excelente!". Diego dejó su balón de fútbol y se sentó en la mesa. "¿Puedo comer un poco ahora?", preguntó.

"Papá y los chicos fueron a recogerla al restaurante. Yo diría que deberían estar de vuelta en una media hora. Mientras tanto, ¿por qué no te metes a la ducha y te cambias de ropa? Creo que llevas encima alrededor de la mitad del barro del parque". "¡Media hora!", Diego se quejó. "No puedo esperar media hora. ¡Voy a colapsar antes de eso! ¿Puedo comer algo ahora?".

Su mamá puso los ojos en blanco. "¡No me di cuenta que era una emergencia tan grande!", bromeó. Si estás realmente tan hambriento puedes entrar a la despensa y sacar algunos cereales. Pero realmente yo te recomiendo que esperes. Sé que la comida china es un gran placer para ti y sería una lástima que te llenes con otras cosas".

Diego consideró las palabras de su madre, pero pronto descartó el pensamiento. "Debo comer ahora", se dijo a sí mismo. En comida era en lo único que podía pensar mientras atacaba la despensa y agarraba un plato, una cuchara y una caja entera de cereales

Un poco más tarde, la camioneta familiar se estacionó en la puerta de la casa. El Sr. Epstein entro junto con Mauro, el hermano de Diego, y su hermana Dina. Cada uno de los niños sostenía una pesada bolsa de la mejor comida que el restaurante "Shangai Shalom" podía ofrecer.

"Bueno", dijo Mauro, en un tono serio. "Tenemos moo goo gai pan, tenemos carne moo shu, y tenemos una porción doble de alas de pollo agridulces, el plato favorito de Diego".

El hermano y la hermana de Diego se miraron mutuamente. "Oye, ¿dónde está Diego?", preguntó Dina. "Generalmente él huele estas cosas a un kilómetro de distancia", añadió. "Creo que está en su habitación", dijo la Señora Epstein, mientras comenzaba a poner la mesa.

"Por favor, sube e invítalo a venir con nosotros". Dina saltó a través de la sala de estar y subió corriendo por las escaleras. Ella golpeó la puerta de Diego. "Hey, Diego, ¿estás ahí? ¡Baja rápido mientras la comida china todavía está caliente!". Diego abrió la puerta. Detrás de él, sobre la mesa, había un plato hondo y una caja de cereales casi vacía. Tenía los ojos brillantes. "Hey, te estamos esperando", exclamó su hermana. "La cena está lista. Incluso papá te compró la alas de pollo especiales que tanto te gustan", añadió.

"¿De verdad?", los ojos de Diego se abrieron momentáneamente con emoción, sólo para dar paso inmediatamente a una recaída. "Por favor, pídele a todos que comiencen sin mí", dijo. "No estoy de ánimo".

Dina saltó hacia atrás sorprendida. "¿No estás de ánimo para comida china? ¿Quieres que tomemos tu temperatura en primer lugar, o que simplemente llamemos al médico de inmediato?", dijo bromeando.

"Ja, ja, muy divertido", dijo Diego. "No necesito un médico. Si hay algo que necesito, es que alguien examine mi cabeza para descubrir la razón de por que me acabo de comer una caja entera de cereales, en lugar de esperar a que ustedes llegaran a casa con algo que realmente me gusta".