sexta-feira, abril 17, 2015

La candidez, la razón del ser humano

La candidez

candidez

Si fuimos invitados a comer a casa de alguien, recitamos la bendición del invitado en el bircat hamazón (las bendiciones posteriores a una comida de pan). En esta sección pedimos que D-os “bendiga esta mesa sobre la cual hemos comido…”. Parece un poco raro que pedimos que bendiga justamente “esta mesa” cuando podríamos simplemente omitir esto y seguir con demás bendiciones para el dueño de la comida…. ¿Cómo se explica?

Entre los riesgos más grandes que el bienestar material trae, se encuentra el de elevarse y querer correr tras todo tipo de placer, perdiendo así el ser humano su sencillez. Bendecimos a nuestro anfitrión con todo lo bueno, con bonanza física, con alegría, etc., pero también pedimos que no pierda esa sencillez y simpleza. Por eso hacemos hincapié en “esta mesa”. Es decir, que siga con esta mesa y esté contento con ella.

Que no quiera cambiarla por una mejor, que no quiera inflarse con todo lo material, con su nueva prosperidad. Ésta es la verdadera bendición.

Claro que esto va más allá de la mesa, le deseamos a nuestro benefactor que en general esté contento con lo que ya tiene, que no sea “vea obligado” de mejorar su vivienda, sus muebles, su vestuario etc. Esto es similar a lo que dijimos en la hagadá de Pésaj: Empezamos diciendo que la matsá es “el pan de aflicción”, pero después dijimos que el motivo por el cual la comemos es porque “la masa de nuestros antepasados no tuvo tiempo de
elevarse”.

Entonces, ¿cuál es el verdadero motivo? En realidad era nuestro pan de esclavitud (nos dieron de comer eso en Egipto porque es sencillo y llena), pero también cuando estamos libres lo comemos. Es decir, no nos engreímos, nos es suficiente una galleta de harina y agua [por lo menos durante la festividad].

Obtuvimos la libertad, pero no perdimos la cabeza con los botines que sacamos de Egipto. Seguimos siendo sencillos en el ámbito material.